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Tratamos el tema Pablo Rey y yo mismo en el libro C de España. Manual para entender la corrupción, publicado por Almud Ediciones de Castilla-La Mancha en 2019.
Parece que el cunerismo en política es una práctica de tiempos pasados, pero tiene una rabiosa actualidad. Isabel Díaz Ayuso, presidenta del gobierno de la Comunidad de Madrid, lo ha intentado, pero un juez no lo ha permitido y, finalmente, el Constitucional tampoco. Se ha roto su plan de incluir en la lista electoral del PP para el 4 de mayo próximo a dos cuneros o paracaidistas, como también se les conoce: el levantino Toni Cantó y el toledano Agustín Conde. El segundo, exalcalde de Toledo, es abogado. El primero, multipartidista, actor.
Aunque el término no figura en el Diccionario de la RAE sí aparece cunero, cuya acepción número tres es la siguiente: “Dicho de un candidato o diputado a Cortes: Extraño al distrito y patrocinado por el Gobierno”. La palabra se incluye desde 1817, aunque con el significado de niño expósito. La tercera definición no figura hasta la edición de 1914.
No obstante, se utiliza desde mucho tiempo antes en la vida política. Rico y Amat lo incluye en su Diccionario de los políticos, o verdadero sentido de las voces y frases más usuales entre los mismos (1855). Se llama así, escribe, al diputado que busca cuna, o sea, distrito. De los cuneros dice lo siguiente: “Los aspirantes á la diputación cuyos méritos y servicios son desconocidos completamente en su país, se echan á rodar por esos pueblos de España buscando un hueco donde meter la cabeza, y allí donde lo ven caen como una nube de verano, adornados con el trage seductor de la recomendación ministerial”. Los denomina hijos de la inclusa política, que no tienen patria ni hogar que los caliente y afirma que lo mismo les da su adopción en Valencia o en Cataluña, que sus padres adoptivos sean cristianos o judíos. Y concluye así: “Cuneros conocemos nosotros que entre las diversas poblaciones que indicó á un ministro, donde podría con facilidad ser adoptado, había una situada en territorio francés ¿Qué necesidad tiene un cunero de saber geografía? Lo único que le interesa saber es donde hay un hueco que llenar; el sitio donde se halla ese hueco ya lo sabrá después por las cartas de los electores que le den la enhorabuena”.
Leopoldo Alas, Clarín, utiliza el término en su obra La regenta, por ejemplo, cuando uno de los protagonistas dice, para justificar su estancia en Vetusta, lo siguiente: “Ya ves, dijo luego, queriendo sonreír, me ofrecían un distrito, un distrito de cunero, sine cura admirable (sine cura, dijo)... apetitoso bocado... pero, ¡quiá!... yo estoy atado a una cadena... y la beso en vez de morderla”.
Y, desde luego, el término se encuentra con frecuencia en la prensa. Por ejemplo, Diario de Gerona de Avisos y Noticias (17-1-1895) los describe así: “Son los cuneros como ciertos parásitos que salen al parecer espontáneamente en la corteza de algunos árboles caducos; se presentan como la hiedra en las ruinas para acabarlas de resquebrajar, horadando las paredes; porque el cunerismo es propio de las provincias abandonadas ó desgobernadas donde las ideas políticas se perdieron y los hombres que dominan carecen de importancia: es el cunerismo la señal mas evidente de decadencia completa”.
Veinte años después el periódico España (23-3-1916), subtitulado “semanario de la vida nacional”, trata el tema del cunerismo en el editorial titulado “Puntos de vista”. Se analiza la incorporación al lenguaje político de la palabra, seguramente “hija anónima y colectiva del penetrante ingenio popular”. El redactor la relaciona con niños expósitos por una parte y con el mundo taurino por otra, y escribe lo siguiente: “El cunero es el expósito de cartón que adopta un cuerpo electoral infantil. Y el gobierno español, producto natural de la puericia española, impone cuneros porque ellos forman la base de su existencia. Sin cuneros, ¿cómo podría ser jefe de gobierno el conde de Romanones?”
Pero lo malo no es que el gobierno se asiente a veces en el cunerismo. Lo más triste, se indica, es que se enrolan como cuneros hombres de alto nivel intelectual, que en realidad deben figurar en “la falange de los educadores públicos”. Insigne cunero, por ejemplo, es José Augusto Trinidad Martínez Ruiz (1873-1967), más conocido como Azorín. Una semblanza biográfica realizada por el catedrático de la Universidad de Pensilvania Miguel Romera Navarro en su Historia de la literatura española (Nueva York, 1928), presenta algunas claves de su evolución: “Fue al principio de su carrera literaria, escritor rebelde y revolucionario. Pero bien pronto se quedó en puro artista. Luego ha sido, en política, diputado conservador. Lo distintivo de su carácter es un fervoroso silencio”. Después, añadimos nosotros, estuvo cercano al dictador Primo de Rivera, luego fue republicano y durante la guerra estuvo en París. En el franquismo alabó sin fin al principal “mártir” del Régimen, por supuesto también al dictador, y en compensación fue elevado a la categoría de símbolo, de modelo de escritor, casi de mito literario.
Los fracasados cuneros que son actualidad tienen un largo recorrido político. El exalcalde de la ciudad del Tajo, Agustín Conde Bajén (Toledo, 1965), antes de llegar al PP apoya de forma entusiasta a la desaparecida Fuerza Nueva de Blas Piñar López (El Plural, 4 de abril de 2021). Antonio Cantó García del Moral (Valencia, 1965), más conocido como Toni Cantó, es multipartido. Comienza en la candidatura de Vecinos por Torrelodones (VxT), en 2008 se afilia a Unión Progreso y Democracia (UpyD), en 2016 a Ciudadanos y ahora coquetea con el PP.
Isidro Sánchez
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