Guerra no, paz si. Maldita guerra, bendita paz. No a la guerra, si a la concordia. Guerra nunca, paz siempre. Guerra jamás, siempre conciliación. Perversa guerra, armoniosa paz. Desenmascarar a los señores de la guerra y a su impunidad. Descubrir que las empresas de armamento con más éxito y más negocio son las que más asesinan. Desear que esas empresas se declaren en quiebra.
Decía Lao Tsé (Siglo VI a. C.) que “Toda acción provoca reacciones. La violencia siempre regresa. Sólo zarpas y espinos nacen en el lugar donde acampan los ejércitos. La guerra llama al hambre. Quien se deleita en la conquista, se deleita en el dolor humano. Los que matan en la guerra deberían celebrar cada conquista con un funeral”. Desde entonces las guerras giran en torno al dinero, a los beneficios, por los que los poderosos están, dispuestos a sacrificar a las personas.
Escribía en su bitácora Una antropóloga en la luna que Durante la I Guerra Mundial, sólo el 10 por ciento de todas las bajas eran civiles; durante la II Guerra Mundial, el número de muertes de civiles se elevó al 50 por ciento; durante la Guerra de Vietnam, el 70 por ciento de todas las bajas fueron civiles; y en la Guerra en Iraq, los civiles representan más del 90 por ciento de todas las muertes. Y es que la guerra ya no es lo que era pues en la búsqueda de la riqueza sus víctimas son principalmente civiles.
Afirmaba el periodista y escritor Eduardo Galeano en su libro Patas arriba. La escuela del mundo al revés (2008) que en el mundo actual “los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras”. Efectivamente, es el negocio criminal de las armas que tan bien estudia y describe el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (SIPRI).
Declaraba Milos Zeman, presidente de de la República Checa, que la actual ola de migración es consecuencia de la loca idea de intervenir en Irak, donde presuntamente había armas de destrucción masiva pero al final no se encontró nada. A continuación, recordaba, se decidió “restaurar el orden en Libia y después en Siria”. Esas decisiones, agregaba el jefe del Estado, tuvieron como consecuencia el surgimiento de regímenes terroristas, que provocaron un flujo incontrolable de inmigrantes ilegales. E indicaba asimismo que “la culpa no sólo es de EE UU, pues algunos países de la U E también coordinaban sus acciones contra Libia”. Hasta Tony Blair ha reconocido el tremendo error. Mientras tanto, José María Aznar López, el comparsa del “trío de las Azores”, sigue encantado de conocerse.
Es preciso no olvidar que EE UU financió y pertrechó a los talibanes para derrocar al único presidente de toda la historia de Afganistán que intentó sacar a su país de la edad Media; que la OTAN destruyó Iraq, el país árabe más desarrollado hasta entonces; que la OTAN arrasó Libia, el país con el Índice de Desarrollo Humano más elevado de toda África; que EE UU y Europa dieron alas a la guerra en Siria, hasta llegar a la situación actual; que el llamado Estado Islámico está apoyado entre bambalinas por diversos estados de la zona y occidentales que, entre otras cosas, compran su petróleo a precio de ganga; que los drones asesinos, con nombres tan significativos como Predator (Depredador) o Reaper (Segadora) y cuartel general en en la base militar de Ramstein (Alemania), han matado ya a más de 2.000 personas y bombardean, incluso, hospitales.
Y como punta de lanza de las acciones bélicas aparece la organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), nacida en 1949 como medio de presión hacia al Unión Soviética. Cuando cayó el Bloque del Este, ya en un mundo unipolar, la Organización militar siguió en activo y no se disolvió pues el negocio es el negocio. Hoy sus partidarios la consideran un elemento importante para combatir a las organizaciones terroristas internacionales. Pero sus detractores juegan con las siglas y la llaman Organización Terrorista del Atlántico Norte.
Como colofón, un recuerdo emocionado para las numerosas víctimas de organizaciones terroristas: para las de Nigeria (18-11-2015), para las de París (13-11-2015), para las de Líbano (12-11-2015), para las del avión ruso derribado por una explosión en Egipto (31-10-2015)… Pero también para las de los conflictos armados activos, según el Atlas de Historia crítica y comparada de Le Monde diplomatique, a fecha 1 de julio de 2014: Afganistán, Argelia, Birmania, Colombia, Etiopía, Filipinas, India, Malasia, Malí, Mozambique, Nigeria, Pakistán, Palestina, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Rusia, Siria, Somalia, Sudán, Ucrania, Uganda, Tailandia, Turquía y Yemen.
Isidro Sánchez
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