viernes, 6 de noviembre de 2015

Oligopolio bancario

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- 6 noviembre, 2015 – 09:00

Los bancos tienen una voracidad sin límite, una codicia a prueba de ética, un afán ilimitado de lucro, caiga quien caiga, pase lo que pase, pese a quien pese. Eso sí, están arropados por sofisticados aparatos jurídicos, se apoyan para sus arquitecturas financieras en los numerosos paraísos fiscales y controlan a unos gobiernos que se mueven al son que marcan los banqueros. Está claro que en la calle les acompaña el reproche, cosa que no sucede en el mundo legislativo y en el poder ejecutivo. Al contrario, en los casos en los que todo está perdido para ellos llegan providenciales indultos, que ponen las cosas en su sitio, o consiguen grandes cantidades de euros de todos nosotros para lavar ineficacias y compensar pérdidas.

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Antes tenían en España la competencia de las cajas de ahorro pero ya campan a sus anchas, ya son el oligopolio que querían ser. Las cajas han sido absorbidas, con la inestimable ayuda del bipartidismo y gracias a sus propios errores. El profesor Josep M. Vallès llamaba a la operación tercera desamortización o desamortización del siglo XXI (El País, 26-1-2011). En las tres ocasiones históricas se ha favorecido al capitalismo como modelo económico y beneficiado a los “amigos” en los ámbitos personales. En las tres ocasiones no se tuvieron en cuenta intereses generales sino particulares.
La primera desamortización, en el XIX, fue la de la tierra. De la Iglesia y, una parte muy importante, de los ayuntamientos u otras entidades locales, que perdieron los bienes comunales. Sirvió para que la propiedad cambiara de manos sin alterar la estructura de la propiedad. No supuso un avance para la sociedad española y, según Vallès, “se desaprovechó una oportunidad histórica, agravando desigualdades sociales y provocando violentos conflictos agrarios hasta la misma guerra civil de 1936”.

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La segunda, privatización de empresas públicas, tuvo lugar en las últimas décadas del XX y fueron ejecutores los gobiernos de Felipe González Márquez y José María Aznar López. Empresas públicas, como Aceralia, Aldeasa, Argentaria, Arteespaña, Elcano, Enasa, Endesa, Enfersa, Gas Natural, Iberia, Indra, Marsans, Repsol, Seat, Tabacalera, Telefónica o Trasatlántica, pasaron a ser propiedad del capital privado. Entre las causas hay que recordar el credo neoliberal de los dos presidentes, la exigencia de recaudar y, según se decía, la necesidad de favorecer la libre competencia.
La tercera desamortización, ya en el siglo XXI, ha sido la de las cajas, banca social –que no pública–, entregadas por los gobiernos al capital privado. Nos vamos a acordar de las cajas, fundamentalmente de su obra social –con una significativa aportación a la sociedad– y de la prestación de servicios financieros a sectores desatendidos por la banca privada. Hoy, tras la desaparición de las cajas, sólo la banca ética, tipo Fiare o Triodos, algunas cooperativas de crédito o determinadas asociaciones promueven finanzas éticas que responden a principios de economía social y solidaria.

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Evidentemente, los economistas del Régimen y los grandes medios de comunicación, controlados por la banca y los sectores políticos conservadores y ultraconservadores, culpan a las cajas de ahorro de lo ocurrido y eximen a la banca privada. Comparto la opinión de Javier Jimeno y Carlos Sánchez Mato cuando escribían hace unos meses sobre la “insostenible banca privada” (Attac España, 2-7-2015): “Es evidente que las cajas han mostrado en la actual crisis una enorme debilidad y prácticas deplorables cuando no delictivas de sus directivos. Pero es falso que su situación patrimonial fuera peor que la de las entidades bancarias privadas. Ni su morosidad era más elevada ni su gestión peor que la de los bancos pero se enfrentaban al abismo sin posibilidades de captar capital para asumir los quebrantos y con enorme ansia por parte del resto del sector de acceder a la cuota que estas entidades tenían en créditos y depósitos”.
En fin, el oligopolio bancario en España es un hecho indiscutible y prácticamente la banca pública ha desaparecido, a diferencia de Alemania, Francia, Italia, países nórdicos, Países Bajos o Suiza. Pero es un leve eslabón del mundial que, según el economista francés François Morin, “actúa como una banda organizada”. Efectivamente, en su libro La Hidra Mundial, el Oligopolio Bancario demuestra lo que ha declarado a los medios de comunicación: “El mundo, la política, las democracias y las finanzas están dominados por una hidra mundial compuesta por 28 grandes bancos internacionales cuyas políticas fijan el curso no sólo de las finanzas sino, también, de las democracias parlamentarias”. Así estamos, 28 bancos interconectados, la banca armada –por sus negocios armamentísticos–, se han convertido en una hidra devastadora para la economía mundial y nos manejan a su antojo. Entre otros detalles, detentan recursos superiores a los de la deuda pública de 200 Estados del planeta.

Isidro Sánchez

Apuntes de historia
           

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