viernes, 13 de mayo de 2016

La conquista del cuerpo (1)

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- 13 mayo, 2016 – 09:0052 Comentarios
El periodista y escritor toledano Isabelo Herreros Martín-Maestro ha investigado diversos temas relacionados con la Segunda República y el Franquismo, como el Alcázar, biografías de republicanos, ocio durante la República, gastronomía republicana, Manuel Azaña, Ángel Ossorio y otros. Una de sus últimas aportaciones es el libro La conquista del cuerpo (2012), interesante estudio con originales planteamientos y elaborado gracias a la utilización de un gran número de documentos.

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En sus páginas se descubre un tema tan sugerente como es el erotismo y la liberación sexual, que en el marco de la República se intensificaron. Determinados hábitos sexuales o pornográficos eran conocidos y ejercitados por minorías, así como actitudes superadoras de tabúes religiosos o sociales, pero durante la República se extendieron, como una muestra más del intento modernizador.
A la Iglesia española le ha costado mucho tradicionalmente adaptarse a la realidad en algunos temas. Durante el siglo XIX mostró reiteradamente su carácter retrógrado y en el primer tercio del siglo XX, cuando las modas trajeron nuevos aires, expresó su intensa actitud refractaria al cambio, manifestada en los púlpitos y en la mayoría de sus publicaciones católicas. Una pastoral colectiva de los metropolitanos españoles, publicada en 1926, puede ser una buena muestra de esas posiciones: “Un frenesí de placer, de disipaciones, de excitantes malsanos se ha apoderado de grandes y pequeños y les arrastra en su torbellino”. Y esa “invasión” de sensualidad era consecuencia, según los obispos, de las modas “indecorosas, cada día con mayores atrevimientos y audacias” (Sal Terrae, septiembre de 1926).

Ediciones de 1913 1926 y 1938
Ediciones de 1913 1926 y 1938

Pero esas posturas, con valor de consignas y repetidas machaconamente, tenían sus referentes teóricos. Uno de los más importantes fue una obra del cardenal Isidro Gomá y Tomás (1869-1940). El libro publicado en 1913, titulado Las modas y el lujo ante la ley cristiana, la sociedad y el arte (con nuevas ediciones en 1926 y 1938) fue escrito para ayudar a la Cruzada de la Modestia Cristiana lanzada a comienzos de 1912 por las Hijas de María de Orihuela, apoyada por la jerarquía eclesiástica española, con el objetivo de “desterrar las modas profanas, indecorosas y los excesos del lujo, no teniendo en e1 vestir otros propósitos que los legítimos y honestos, desechando toda vanidad mundana y todo le que no sea conforme á la decencia y la modestia, que son el principal adorno de la mujer cristiana” (El Siglo Futuro, 4.2.1912).
La campaña se extendió desde entonces, con intensificación en los años de la dictadura de Primo de Rivera, para hacer frente a la moda pues, según el pensamiento católico, llevaba consigo todo tipo de males. Se pueden recordar algunos de los citados por las Hijas de María en su llamamiento: “Ella borra poco á poco en nosotras, aquel aire de recato y modestia, que en el porte exterior constituye el ornamento más precioso de la doncella cristiana. Ella, para escarnecer de nosotras, señala tales formas á nuestros vestidos, que no puede una vestirse del todo por sí misma, ni levantarse sin ayuda de vecino, si tiene la desgracia de caer… Ella, en fin, comerciando con nuestra bobería, pretende hacernos creer que el camino para llamar la atención y alcanzar un buen partido en el matrimonio, es el de las formas extremadas, cuando con ellas no conseguimos sino despertar el interés de unos cuantos jóvenes perdularios y casquivanos, y excitar la risa y la compasión de la gente seria y sensata” (Revista Católica de Cuestiones Sociales, marzo de 1912).

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No se trata ahora de analizar la campaña pero las normas propuestas por las religiosas muestran un pensamiento ultraconservador que chocaba frecuentemente con el muro de la incomprensión social, aunque era aceptado y asumido en sectores más o menos amplios. Y es que, como escribía Julio Carabias al ocuparse de la “cruzada”, la Iglesia no parecía resignarse a aceptar la acción demoledora del tiempo y la estrechez de “los confines de sus dominios á medida que el pueblo va dilatando los límites de su acción mental” (El Motín, 23.10.1913).
El libro de Gomá se divide en tres partes, además de prólogos y colofón. La primera dedicada a la modestia y las modas, vistas desde la moral cristiana y la tradición española; la segunda a los múltiples y variados daños de la moda, individuales, domésticos o sociales, desde la pérdida de tiempo hasta los males físicos, pasando por los peligros para los matrimonios y las familias o su incidencia negativa en la moralidad pública; y la tercera, al arte y su relación con las modas.
La campaña tuvo su efecto pero en sectores limitados. Sin embargo, con la dictadura de Primo de Rivera, con la ayuda de la falta de libertad, trataron de imponerla por medios diversos. Por ejemplo, adquirieron fuerza y notoriedad las llamadas ligas contra la pública inmoralidad, actualización del Patronato Social de Buenas Lecturas, formado en Madrid en 1895. Parece que la primera Liga fue creada en Barcelona en el año 1918 contra la “opresión del vicio” y fue secundada por personalidades y asociaciones diversas de los círculos católicos y conservadores. A partir de ese año empezó a desarrollar su labor, a la vez que se fueron formando ligas en otras poblaciones.
En junio de 1923 la de Alicante, por ejemplo, organizó visitas de “inspección” a los quioscos, invitando a sus dueños a retirar las revistas y novelas que tenían expuestas, un peligro para la inexperta juventud, según la Liga. Con motivo de esas acciones el diario alicantino republicano El Luchador citaba textualmente un párrafo del acta de una reunión de la Liga en un irónico artículo sobre su actividad: “Hay que defenderse. La inmoralidad nos devora” (21.6.1923). Lo de casi siempre en la Iglesia española, su intento de imponer a toda la sociedad, católica o no, creyente o no, sus posiciones, planteamientos y creencias.

Isidro Sánchez

Desde el revés de la inopia

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