miciudadreal - 5 octubre, 2017 – 12:20
A principios de este año Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los siete padres de la Constitución y cualificado representante de la derecha española, afirmaba que “Lo que haría falta es una norma constitucional que reconociera la identidad de Catalunya y que permitiera la elaboración de un nuevo estatut pactado” (La Vanguardia, 22.1.2017). Evidentemente, las cosas no van por esa vía de negociación y estamos donde estamos, con una delicada situación, que explota el pasado 1 de octubre con la no celebración del referéndum famoso, según el presidente del gobierno de España, aunque todos pudimos ver a los catalanes votando.
También vimos las cargas de las fuerzas de Policía Nacional y Guardia Civil, de las que no son responsables los funcionarios, sino la insensatez de un gobierno noqueado por una realidad que le supera con creces. Los acontecimientos del día 1 de octubre desatan una oleada de críticas que alcanzan a ONU, Comisión Europea, organizaciones como Amnistía Internacional y a gran parte de los medios de comunicación internacionales. Por ejemplo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, pide una investigación imparcial e independiente sobre la violencia policial en el 1-O tras los episodios sucedidos en la jornada del referéndum en Catalunya.
Sin embargo, el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo, indica en una rueda de prensa que “todo es una gran farsa. Una manipulación como la de los 800 heridos. Todo es una gran manipulación par conseguir sus objetivos de ilegalidad”. Por su parte, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, dice sobre el 1-O que “Los únicos responsables son los que han creado el clima de crispación”.
De manera que el día 2 las cargas policiales contra la población para frenar el voto acaparan las portadas de la prensa internacional. La mayoría de los medios destaca la “crisis” abierta entre España y Catalunya, así como los heridos en las actuaciones de Guardia Civil y Policía Nacional. En el Reino Unido, diarios como The Times o The Guardian destacan imágenes de agentes españoles y cientos de heridos durante la jornada. Además, el primero resalta que la policía dispara pelotas de goma contra “electores” y el segundo dedica un duro editorial a Mariano Rajoy Brey y una viñeta de Jennings con los antidisturbios como protagonistas. Y la contemplación de las portadas de los más importantes diarios del mundo devuelve esa visión general.
Para los Grandes Medios de Persuasión y Propaganda españoles (GMPP) la cosa no fue exactamente así, sino al contrario. He tenido la paciencia de comparar cuarenta portadas de periódicos españoles y extranjeros del día 2. Se puede constatar dos mundos paralelos, dos visiones muy alejadas. Ya lo dice un titular de eldiario.es (2.10.2017): “La prensa internacional vs. la prensa nacional”. Por ejemplo, Liberation habla de “golpe de fuerza” en Catalunya y derrota de Rajoy y Le Figaro indica que “la violencia acrecienta la brecha entre Madrid y Catalunya”, todo con truculentas imágenes de la violencia policial. El diario La Razón, por su parte, destaca en portada, con una fotografía de “discusión” entre mossos y policía, “Firmeza frente al golpe” y ABC, con un imagen similar, “Un referéndum fracasado que deja a España dañada”. De la desvergüenza del periódico global, el de las pérdidas millonarias, mejor ni hablar.
A Rajoy, cuesta trabajo reconocerlo, le importan más sus votantes, y los que mueven sus hilos de marioneta, que el país. El presidente de los sobresueldos, siempre presuntamente y según opiniones fundadas, pasa a ser así un político irresponsable, sin que Puigdemont sea un angelito, claro, que con su patriotismo de dinero y corrupción se convierte en un fabricante a gran escala de antiespañolismo e independentistas.
Del jefe del estado, al que nadie ha votado, mejor no hablar. Sólo decir que con su discurso de seis minuto del día 3 se puso al lado del partido más corrupto de toda Europa y que ata su porvenir al de los neofranquistas. Me parece certera la frase de Nacho Corredor en La Cafetera de radiocable.com (4-10-2017) referida al discurso de Felipe VI sobre la crisis en Catalunya: “habló para el 40% de los españoles y el 20% de los catalanes”. Más contundente, el constitucionalista Javier Pérez Royo califica al discurso del rey como “desastre sin paliativos” (eldiario.es, 4.10.2017).
Lo del día 1 de octubre, por otra parte, fue una lección que los estudiosos de la política analizarán, según Enrique Dans, durante mucho tiempo: “Ayer solo se vio un ganador y un perdedor: un gobierno listo, capaz de entender el significado de los símbolos, y el poder de las redes sociales y de los medios en la era digital, y un gobierno tonto, torpe, no preparado y anticuado que solo sabe hacer declaraciones absurdas y carentes de credibilidad, negar obsesiva y tercamente lo que a nadie le importa, y que se ha limitado a leer, una por una, las líneas del papel que la Generalitat le había reservado. Pura torpeza política e incapacidad para entender el entorno actual. Lo demás, la supuesta legitimidad democrática de uno o de otro, el que te caigan mejor o peor, o lo que piensen los ciudadanos españoles o catalanes, sencillamente, no le importa a nadie” (“Gobierno listo, gobierno tonto: la gestión de la post-verdad”, Blog de Enrique Dans, 2-10-2017).
Y a todo esto, el enfrentamiento de nacionalismos, de banderas, de patriotas, oculta, con gozo y satisfacción de los GMPP y del Partido Popular, corrupción ‒corruptos y corruptores‒, coste del rescate bancario para los ciudadanos, desahucios, desempleo, desertización ligada al cambio climático, educación bajo mínimos, exilio laboral de jóvenes, ganancias cada más mayores para los de siempre, paro juvenil, periplos judiciales de personas como el exministro y exdirector del FMI Rodrigo Rato, precariedad laboral, recortes en sanidad, revolución ciudadana en Murcia, sobresueldos, vaciamiento de la hucha de las pensiones… Es decir, una crisis nacionalista, para tapar una crisis social y política de consecuencias imprevisibles.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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