viernes, 13 de octubre de 2017

Ochenta aniversario del crimen de la carretera de Málaga a Almería

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- 13 octubre, 2017 – 09:00

Isidro Sánchez Sánchez 

"Cada vez que dicen patria, 
pienso en el pueblo y me pongo a temblar”. 
Carlos Cano. 

Gonzalo Queipo de Llano y Sierra es un militar golpista y el dictador le premia con el título de marqués de Queipo de Llano, para él, sus hijo y sucesores, con exención de derechos fiscales hasta la segunda transmisión (BOE, 1-4-1950). Para algunos salva a Sevilla del “dominio rojo”, pero para numerosos expertos e historiadores es un criminal de guerra, evidentemente nunca juzgado.

isidroSanchez

Por ejemplo, Francisco Espinosa Maestre considera al militar africanista uno de los mayores criminales de guerra al servicio del golpe y “el gran responsable de la matanza que se llevó a cabo en Sevilla y en el territorio bajo su mando” (eldiario.es, 2-5-2016). Ante los micrófonos de Radio Sevilla lanza lindezas como esta: “¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré”.

1937
1937

El hispanista británico Paul Preston, en su Holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después (2011), cita esta otra intervención en una de sus arengas radiofónicas: “Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”. Es posible imaginar el clima de terror creado en la población malagueña con intervenciones en la radio como las citadas o con partes de guerra llenos de afirmaciones similares. Además, claro es, de los continuos bombardeos que sufre la ciudad por parte de la aviación italiana y los buques de guerra de las tropas sediciosas.
El 7 de febrero de 1937 el ejército rebelde entra en Málaga con el apoyo militar del fascismo italiano. Unas 150.000 personas, conocedoras del régimen de terror y represión indiscriminada impuestos por las tropas del bando sublevado en las poblaciones ocupadas en su avance, salen de la ciudad con destino a Almería. Son bombardeadas desde el mar por la artillería del Cervera y el Baleares, desde el aire por la aviación de Hitler o de Mussolini y desde tierra por las tropas italianas que siguen sus pasos.

Foto de Hazen Sise
Foto de Hazen Sise

Norman Bethune, innovador médico canadiense que llega a España en apoyo de la República y desarrolla los servicios móviles de transfusiones de sangre en el frente, es testigo de la masacre, que relata en el opúsculo El crimen del camino de Málaga-Almería (1937). Viaja desde Valencia con su equipo en ayuda de los que huyen. Le acompaña, entre otros, el arquitecto canadiense Hazen Sise, autor de una serie de fotografías que muestran la tragedia.
En una revista cubana, Bethune describe la masacre y termina así: “Oíd ahora el final. Como si no fuese bastante haber bombardeado y cañoneado a esa procesión de campesinos inermes a lo largo de su caminata interminable, el día 12 de febrero, cuando el pequeño puerto de Almería estaba atestado de gente refugiada, cuando la población se había duplicado, cuando aquellas cincuenta mil personas exangües habían llegado al sitio que creían un abrigo seguro, los aeroplanos fascistas, alemanes e italianos, desataron sobre la población nutrido bombardeo. La sirena de alarma sonó treinta segundos antes de que cayera la primera bomba. Los aviones enemigos no buscaron blanco en los buques de guerra del Gobierno español que estaban en el puerto. Deliberadamente arrojaron diez bombas en el centro mismo de la ciudad, en la calle principal, donde, amontonados en el pavimento, dormían exhaustos los refugiados” (Facetas de actualidad española, La Habana, junio de 1937).

Foto de Hazen Sise
Foto de Hazen Sise

Este año, con motivo del ochenta aniversario de aquella infamia contra refugiados civiles, el poeta Paco Doblas publica la tercera edición, corregida y aumentada de su libro, titulado El Guernica andaluz, presentado el 27 de septiembre pasado en la Biblioteca Pública del Estado de Ciudad Real, de la que días después da cuenta Eugenio Arce en este medio digital.
Pues bien, unos días antes, el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea presenta en el Congreso de los Diputados una Proposición no de Ley sobre la memoria de las víctimas del crimen de la carretera de Málaga a Almería en su 80 aniversario, para su debate en la Comisión de Justicia (Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, 29-9-2017).

Foto de Hazen Sise
Foto de Hazen Sise

Tras explicar los hechos, reconocer la labor de las asociaciones memorialistas y la sociedad civil para recuperar la memoria de lo ocurrido e indicar la falta de respuesta de las instituciones políticas españolas a las demandas de verdad, justicia y reparación de las víctimas del ataque a la población civil refugiada o residente en Málaga en febrero de 1937, se insta al Gobierno a tomar cuatro medidas: Reivindicar su memoria y crear un censo oficial de víctimas y desaparecidos; reconocer oficialmente que la persecución y los múltiples asesinatos habidos entre el 7 y el 12 de febrero de 1937, son constitutivos de delitos de lesa humanidad; cooperar con la justicia argentina en la única causa abierta en estos momentos sobre estos crímenes contra la humanidad; crear un Centro Memorial de la Huida de Málaga a Almería, con proyección social y educativa, como se ha hecho en países en los que la población civil ha sufrido violaciones masivas de derechos, que sirva para la toma de conciencia de lo que supuso la violencia y el militarismo antidemocrático.
Aquellas personas que en febrero de 1937 tratan de huir de la guerra conectan con las que hoy intentan lo mismo. Y es que las de ayer y las de hoy llevan el mismo equipaje y tienen similares sentimientos, como recuerda Paco Doblas: “Sin más armas que una mula cargada o un atillo, // mujeres, niños, ancianos, todos derrotados // de una guerra que no declararon y en la que no lucharon, // pero que no tuvo ninguna piedad con ellos”.

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