Inicio » Desde el revés de la inopia
Una de las características de la dictadura franquista fue la corrupción generalizada de las autoridades, tanto en la administración central como en la provincial o municipal. Es verdad que existían gentes de buena fe pero la corrupción era connatural con el sistema dictatorial, carente de normas democráticas, de controles efectivos y con unos medios de comunicación censurados, tanto privados como oficiales.
Dichos medios no tenían posibilidad de denunciar los casos de corrupción, consecuencia de la relación y complicidad de las autoridades públicas con grupos de intereses económicos y financieros, que compraban de diversas formas a los elementos precisos de la vida pública y actuaban generalmente con total impunidad. Significaba el triunfo descarado de los grandes empresarios y de los grupos financieros, que tenían el Estado a su disposición.
Pero el contenido que desveló la agenda Rivara, según consideró el dictador, era demasiado. No tenían bastante con todas las pleitesías y corrupciones internas del Régimen que, además, sacaban su dinero al exterior. El caso fue que George Laurent Rivara, representante de la Societé de Banque Suisse, fue detenido en diciembre de 1958. Tenía una voluminosa agenda con los nombres, además de otros valiosos datos, de sus contactos en España. Casi 900 clientes, entre los que había apellidos como Abelló, Ampuero, Aresti, Barraquer, Botín, Calvo-Sotelo, Carceller, Escámez, Escrivá de Romaní, Espinosa de los Monteros, Garriga-Nogués, Pujol, Samarach, Trías de Bes, Ybarra Oriol, etcétera, etcétera. Correspondían a banqueros, grandes empresarios o políticos, fundamentalmente de Cataluña, Madrid o el País Vasco, los máximos exponentes del capitalismo español, ese que al hablar, tanto ayer como hoy, se llena la boca de patria pero que manda sus dineros a Suiza, EE UU o cualquier paraíso fiscal.
El día nueve de marzo de 1959 el Boletín Oficial del Estado hacía público el resumen con las Actuaciones del Juzgado Especial de Delitos Monetarios, en el que se incluía la relación de nombres y el estado del procedimiento. Mariano Sánchez Soler afirmaba, en su libro Ricos por la guerra de España. El enriquecimiento de la oligarquía franquista desde 1936 hasta la transición (2007), que ante los efectos de la liberalización económica, “habían colocado ilegalmente más de 70.000 millones de pesetas –según los expertos de la época– en cuentas cifradas de la banca suiza, de forma masiva y sin precedentes”. Unas diez veces más que las reservas exteriores españolas.
Cincuenta años después estalló el asunto de la Lista Falciani. Una relación de unos 130.000 presuntos evasores fiscales de todo el mundo, con cuentas no declaradas, que el informático Hervé Falciani copió en la delegación de Ginebra del banco británico HSBC e hizo llegar a las autoridades francesas en 2009. El banco manejó entre 2006 y 2007 más de 180.000 millones de euros para ayudar a sus clientes a evadir sus obligaciones tributarias. La Comisión Europea, por otra parte, ha estimado que la evasión fiscal priva a los ciudadanos de un billón de euros anuales.
Por supuesto, en ella figuran los representantes del capitalismo español y un buen número de personajes políticos, deportivos, judiciales y de otras actividades, parece ser que casi 4.000 relacionados con España. Todo en un ambiente en el que la corrupción cabalga a sus anchas en nuestra sociedad.
En mayo de 2010 llegó al gobierno español la lista Falciani y muchos de los apellidos que aparecían en la agenda Rivara se repetían. Contenía los nombres de contribuyentes españoles con cuentas opacas en el citado banco HSBC, en Suiza, con datos de 2006 y 2007. En lugar de iniciar una investigación, Hacienda envió un escrito a 659 contribuyentes que aparecían en ella y les invitaba a regularizar su situación tributaria en el plazo de diez días. Tremendo.
En febrero de 2015 se hizo pública la Lista gracias a una investigación coordinada por el diario francés Le Monde y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). El fallecido banquero Emilio Botín era el español que más fondos tenía y según eldiario.es, a pesar de la clara voluntad de ocultar sus bienes, “el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu absolvió a los Botín de un posible delito fiscal después de que pagaran una sanción de 211 millones de euros a la Agencia Tributaria para regularizar su situación”. Formidable.
Seis años después de la entrega de la Lista a las autoridades y tras unos meses de su publicación todo está arreglado. Los medios de comunicación, controlados por los que llevan el dinero a cuentas opacas, ya no tratan el tema. La Administración y la Justicia han sido comprensivos con ellos. Ya pasó el chaparrón y los mismos buscarán un método más seguro para que no vuelva a ocurrir cosa tan desagradable. La trama sigue, de Rivara a Falciani, y continúan hablándonos de patria y de banderas para encubrir sus tropelías. Pero en realidad se refieren a su patria, al dinero.
¿Recuerdan los recortes por la crisis y la frase del 15M “no es una crisis es una estafa? Como decía Fabio de Masi, eurodiputado alemán del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica, el caso HSBC es una muestra de la ayuda de los bancos a los ladrones de impuestos, a la evasión fiscal, contra la mayoría de ciudadanos de Europa.
Isidro Sánchez Sánchez
Desde el revés de la inopia
miciudadreal - 11 septiembre, 2015 – 09:58
Una de las características de la dictadura franquista fue la corrupción generalizada de las autoridades, tanto en la administración central como en la provincial o municipal. Es verdad que existían gentes de buena fe pero la corrupción era connatural con el sistema dictatorial, carente de normas democráticas, de controles efectivos y con unos medios de comunicación censurados, tanto privados como oficiales.
Dichos medios no tenían posibilidad de denunciar los casos de corrupción, consecuencia de la relación y complicidad de las autoridades públicas con grupos de intereses económicos y financieros, que compraban de diversas formas a los elementos precisos de la vida pública y actuaban generalmente con total impunidad. Significaba el triunfo descarado de los grandes empresarios y de los grupos financieros, que tenían el Estado a su disposición.
Pero el contenido que desveló la agenda Rivara, según consideró el dictador, era demasiado. No tenían bastante con todas las pleitesías y corrupciones internas del Régimen que, además, sacaban su dinero al exterior. El caso fue que George Laurent Rivara, representante de la Societé de Banque Suisse, fue detenido en diciembre de 1958. Tenía una voluminosa agenda con los nombres, además de otros valiosos datos, de sus contactos en España. Casi 900 clientes, entre los que había apellidos como Abelló, Ampuero, Aresti, Barraquer, Botín, Calvo-Sotelo, Carceller, Escámez, Escrivá de Romaní, Espinosa de los Monteros, Garriga-Nogués, Pujol, Samarach, Trías de Bes, Ybarra Oriol, etcétera, etcétera. Correspondían a banqueros, grandes empresarios o políticos, fundamentalmente de Cataluña, Madrid o el País Vasco, los máximos exponentes del capitalismo español, ese que al hablar, tanto ayer como hoy, se llena la boca de patria pero que manda sus dineros a Suiza, EE UU o cualquier paraíso fiscal.
El día nueve de marzo de 1959 el Boletín Oficial del Estado hacía público el resumen con las Actuaciones del Juzgado Especial de Delitos Monetarios, en el que se incluía la relación de nombres y el estado del procedimiento. Mariano Sánchez Soler afirmaba, en su libro Ricos por la guerra de España. El enriquecimiento de la oligarquía franquista desde 1936 hasta la transición (2007), que ante los efectos de la liberalización económica, “habían colocado ilegalmente más de 70.000 millones de pesetas –según los expertos de la época– en cuentas cifradas de la banca suiza, de forma masiva y sin precedentes”. Unas diez veces más que las reservas exteriores españolas.
Cincuenta años después estalló el asunto de la Lista Falciani. Una relación de unos 130.000 presuntos evasores fiscales de todo el mundo, con cuentas no declaradas, que el informático Hervé Falciani copió en la delegación de Ginebra del banco británico HSBC e hizo llegar a las autoridades francesas en 2009. El banco manejó entre 2006 y 2007 más de 180.000 millones de euros para ayudar a sus clientes a evadir sus obligaciones tributarias. La Comisión Europea, por otra parte, ha estimado que la evasión fiscal priva a los ciudadanos de un billón de euros anuales.
Por supuesto, en ella figuran los representantes del capitalismo español y un buen número de personajes políticos, deportivos, judiciales y de otras actividades, parece ser que casi 4.000 relacionados con España. Todo en un ambiente en el que la corrupción cabalga a sus anchas en nuestra sociedad.
En mayo de 2010 llegó al gobierno español la lista Falciani y muchos de los apellidos que aparecían en la agenda Rivara se repetían. Contenía los nombres de contribuyentes españoles con cuentas opacas en el citado banco HSBC, en Suiza, con datos de 2006 y 2007. En lugar de iniciar una investigación, Hacienda envió un escrito a 659 contribuyentes que aparecían en ella y les invitaba a regularizar su situación tributaria en el plazo de diez días. Tremendo.
En febrero de 2015 se hizo pública la Lista gracias a una investigación coordinada por el diario francés Le Monde y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). El fallecido banquero Emilio Botín era el español que más fondos tenía y según eldiario.es, a pesar de la clara voluntad de ocultar sus bienes, “el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu absolvió a los Botín de un posible delito fiscal después de que pagaran una sanción de 211 millones de euros a la Agencia Tributaria para regularizar su situación”. Formidable.
Seis años después de la entrega de la Lista a las autoridades y tras unos meses de su publicación todo está arreglado. Los medios de comunicación, controlados por los que llevan el dinero a cuentas opacas, ya no tratan el tema. La Administración y la Justicia han sido comprensivos con ellos. Ya pasó el chaparrón y los mismos buscarán un método más seguro para que no vuelva a ocurrir cosa tan desagradable. La trama sigue, de Rivara a Falciani, y continúan hablándonos de patria y de banderas para encubrir sus tropelías. Pero en realidad se refieren a su patria, al dinero.
¿Recuerdan los recortes por la crisis y la frase del 15M “no es una crisis es una estafa? Como decía Fabio de Masi, eurodiputado alemán del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica, el caso HSBC es una muestra de la ayuda de los bancos a los ladrones de impuestos, a la evasión fiscal, contra la mayoría de ciudadanos de Europa.
Isidro Sánchez Sánchez
Desde el revés de la inopia
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