miciudadreal - 3 noviembre, 2017 – 08:18
La protección de los poderosos une a nacionalistas españoles, vascos
y catalanes para restarnos soberanía. Son nacionalistas pero miran su
interés y el de las empresas multinacionales, que colocan por encima de
la mayoría de la población. Ellos esperan un puestecito cuando abandonen
la política o la política les abandone a ellos, al socaire de la
puertas giratorias.Sucede el pasado viernes 27 de octubre de 2017, tras la aprobación de la aplicación del artículo 155 de la Constitución de 1978, cuando el Pleno del Senado ratifica el Acuerdo Económico Comercial y Global entre la Unión Europea y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés, Comprehensive Economic and Trade Agreement). El tratado vampiro, pues la luz lo mata y todo en él es oscuridad, ya tiene el visto bueno en España.
El pleno del Congreso de los Diputados lo ratifica el pasado 26 de junio, con los votos favorables de PP, Ciudadanos, PNV, PDeCAT, Coalición Canaria, Foro y UPN ‒179 síes‒, frente a los 79 noes de Unidos Podemos, Compromís, EH Bildu, ERC y Nueva Canarias y las 81 abstenciones del PSOE. Ahora lo autoriza el Senado con 157 votos a favor ‒PP, partido más corrupto de Europa, Ciudadanos, muleta del partido de la Gürtel que iba a sanear España, y PNV, apoyo al partido neofranquista para aprobar los presupuestos de 2017‒, con la cómplice abstención del PSOE ‒60 votos‒ y los 20 en contra de Unidos Podemos.
Los Grandes Medios de Persuasión y Propaganda (GMPP) españoles ocultan lo que hay que ocultar y tergiversar lo que sea preciso. Se deben al neoliberalismo, a los patriotas del dinero, a los entusiastas de los paraísos fiscales, a los explotadores sin fin de personas y tierras. Hablo de Prisa, Vocento, Unidad Editorial, COPE, Planeta o Atresmedia, con las televisiones basura, incluida la SEXTA o TVE, la voz del PP. Llegan a desarrollar, según José Hernández, “Los once principios de la propaganda de Goebbels aplicados por los mass media españoles” (Rebelión, 31.10.2017).
Y todo escondido en la guerra de banderas, de borbones y de pujoles. Ya se sabe, como reza el refrán “una buena capa, todo lo tapa”, es decir, es posible encubrir muchas faltas con una buena apariencia. Igual ocurre con el enfrentamiento mediático entre los nacionalismos catalán y españolista. Bien llevado, para eso están los GMPP, se pueden tapar corrupciones y miserias sin fin, de catalanistas y españolistas.
Y así seguimos, sin hablar de lo importante: actividades presuntamente delictivas del PP, corrupción ‒corruptos y corruptores‒, caso Gürtel ‒para la fiscal de la primera entrega la existencia de una Caja B del PP ha quedado “plena y abrumadoramente acreditada”‒, coste social del rescate bancario, desahucios, desempleo, cambio climático, educación bajo mínimos, exilio laboral de jóvenes, ganancias cada más mayores para los de siempre, paro juvenil, periplos judiciales de personas como el exministro y exdirector del FMI Rodrigo Rato, precariedad laboral, recortes en sanidad, sobresueldos o eliminación del Fondo de Reserva de la Seguridad Social ‒Hucha de las pensiones‒.
Y ahora el CETA. Escribe Juan Ramón Crespo (“Aprobar el ‘CETA’ no es de patriotas”, La Comarca de Puertollano, 31.10.2017), líder regional de IU, que “Estos autodenominados patriotas, españolistas y catalanistas, aparcan sus diferencias cuando de lo que se trata es de defender a los más poderosos, a los grandes mercaderes de Europa y Canadá. Cuando lo que se aprueba es un tratado de comercio internacional, las diferencias entre los bloques constitucionalista e independista se diluyen y se alían. Los patriotas no dudan en traicionar los intereses de sus patrias y los intereses de sus ciudadanos y ciudadanas para favorecer a las grandes empresas”.
Entre otros efectos, dice Crespo, elimina la mayor parte de las denominaciones de origen de Castilla-La Mancha. Tan solo el queso manchego, el azafrán y los aceites de oliva se salvarán, pero las denominaciones de origen de vinos, cordero manchego, miel de la Alcarria, mazapán de Toledo, ajos de Las Pedroñeras, berenjenas de Almagro y otros productos, como las navajas de Albacete, perderán su significado: “A partir de ahora dichas denominaciones no podrán proteger ni garantizar la producción ni el origen de estos productos”.
Parece claro que el CETA beneficia a las grandes corporaciones transnacionales y que tiene negativas consecuencias para trabajadores ‒reducción de derechos sociales y laborales‒, consumidores, autónomos y pequeñas empresas. La senadora de Unidos Podemos Idoia Villanueva Ruiz afirma en su intervención en el pleno del Senado que el CETA es una amenaza para las distintas regulaciones que actualmente rigen nuestra vida económica y que protegen a los consumidores: “Organismos privados podrán intervenir en estos estándares sin pasar por ningún parlamento nacional, ni siquiera por el Parlamento Europeo” (Diario de Sesiones. Senado, 27.10.2017). Ya se sabe, cosas de los patriotas del dinero. O sea, la desregulación total para obtener muchos más beneficios.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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