miciudadreal - 9 marzo, 2018 – 10:48
Situada en el centro de Málaga, la Casa Invisible es un centro social y cultural de gestión ciudadana que abre sus puertas en 2007. Un grupo de personas ocupa un edificio de titularidad municipal en estado de abandono y lo recupera para su utilización. Desde entonces, es un pulmón lleno de creatividad, producción y pensamiento crítico.
Con el proyecto en desarrollo, cuyas realizaciones se pueden ver en la memoria que comprende el período 2007 a 2015, se pone en cuestión la separación entre producción cultural y su recepción, entre creadores y público receptor. La creatividad cultural no está sólo asociada a la exclusividad, al privilegio o a la genialidad de unos pocos y se asienta en la creatividad social.
También se promueve la cultura libre, que implica la ética del compartir, la libre circulación de los bienes culturales y la no reducción de estos a productos mercantiles. Lo que las personas de La Invisible entienden como cultura no se limita a un conjunto de producciones acabadas, listas para ser exhibidas y “consumidas”, supone incluso un proceso social de producción y reproducción.
Tras unos complejos comienzos, caracterizados por una intensa actividad, el apoyo ciudadano y el compromiso cultural y social impide el desalojo ordenado en 2009. Entonces, el ayuntamiento de Málaga no tiene más remedio que aceptar el Centro y el 17 de enero de 2011 se firma un “Protocolo de intenciones para el impulso del proyecto cultural La Casa Invisible”.
Rubrican el acuerdo, por una parte, diferentes cargos del Ayuntamiento de la ciudad, Diputación de Málaga, Junta de Andalucía y Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Por otra, representantes de Metrolab, Cartac y Latitud Málaga, denominados juntos La Casa Invisible. En el documento se presenta una declaración con el objetivo de definir las bases para construir, siempre desde la iniciativa ciudadana, un proyecto cultural y participativo abierto, que cuente con el apoyo institucional.
El 23 de diciembre de 2014, el Ayuntamiento, a través de la Policía Local, clausura por sorpresa La Casa Invisible, escudándose en un informe técnico de Urbanismo. Sin embargo, eso relanza la actividad y a comienzos de 2015 se desarrolla una campaña de micromicenazgo que tiene un éxito indudable. En realidad, en consonancia con las políticas de gestión cultural del Partido Popular, el Ayuntamiento de Málaga incumple sus obligaciones de conservación como titular del edificio y dificulta que sea la propia Casa Invisible quién lo haga. Los del partido de la corrupción tratan de asfixiar la experiencia mediante la limitación de sus actividades en el inmueble. El PP quiere cerrar La Invisible pero el apoyo ciudadano lo impide una vez más.
Ahora el PP, con el apoyo entusiasta de Ciudadanos, que sirve de muleta al alcalde Francisco de la Torre, en el cargo desde el año 2000, vuelve a la carga y se anuncia la intención de desalojar La Casa Invisible. Ellos, de forma consecuente, no hacen nada más que cumplir con su ideología: todo se privatiza y se vende al mejor postor o al postor amigo.
En la campaña de búsqueda de apoyos, otra vez, los de La Invisible afirman que “en vez de dar el reconocimiento que este proyecto común se merece, el Ayuntamiento ha decidido apostar por una Málaga mercantilizada en favor de los intereseses privados, destruyendo el tejido social y cultural de la ciudad”. Por ello, piden al Ayuntamiento de Málaga, y a su alcalde Francisco de la Torre, que se reconsidere la situación y se resuelva de manera definitiva mediente la adjudicación directa, tal y como se comprometió a hacer en 2015 (La Invisible+10).
Con sus movilizaciones los sectores que apoyan a La Invisible no sólo quieren defender al Centro con once años de vida, también otros muchos proyectos ciudadanos ignorados y pisoteados “por las políticas salvajes del PP y Ciudadanos, que están destruyendo el tejido social y cultural de la ciudad, así como haciendo inhabitable el centro de la ciudad”. O sea, lo de siempre, la derecha española siempre pendiente de favorecer los grandes negocios privados, aun a costa de los intereses generales.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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