miciudadreal - 3 mayo, 2019 – 08:57
El pasado 25 de abril, además del 45 aniversario de la Revolución de los claveles, se cumplieron cien años de los graves sucesos ocurridos en la conquense población de Tarancón.
Hay que recordar que en Tarancón comenzó su edición el periódico quincenal político Renacimiento (órgano de la Coalición Político-Agraria) en 1917 y se mantuvo hasta 1919. El número 114, correspondiente al 30 de abril de ese año, muestra una interesante crónica de los acontecimientos que tuvieron lugar en aquella población el 25 de abril. Fue un típico motín de subsistencias durante el que murieron diez personas.
El día 24 de abril se concretó el malestar existente desde mucho tiempo. Y es que el precio del kilo de patatas subía desmesuradamente hasta los cuarenta céntimos. Para entender la exageración del precio hay que indicar que en aquel año el jornal medio de los hombres podía estar en torno a las cinco pesetas diarias, mucho más bajo en el caso de las mujeres.
Por eso, unas cien mujeres se concentraron ante el Ayuntamiento, con lo que se ponía de manifiesto una vez más el protagonismo femenino en las reivindicaciones de tipo social. Al regresar los campesinos de sus faenas se encontraron con la protesta y se sumaron a ella. Por la noche la Guardia Civil dispersó a los concentrados y en la acción sólo hubo un guardia levemente herido y un campesino detenido por protestar contra la forma en que se desarrollaban los acontecimientos.
El día siguiente amaneció con idéntica actitud pacífica por parte de las mujeres. Pero el alcalde había propiciado la llegada a Tarancón del gobernador civil, Enrique Barranco, acompañado por fuerzas de la Guardia Civil, de Infantería y algunas parejas de Caballería. Desde el balcón de la Casa Consistorial el gobernador se dirigió a los concentrados prometiendo la rebaja de los precios. Todo parecía solucionarse y en consecuencia los reunidos se disolvieron.
Sin embargo, al anochecer abrieron algunos comercios de comestibles sin concretarse la prometida rebaja en los precios. A la indignación siguió la rotura de cristales de algunos establecimientos y la violenta respuesta de la fuerza armada, tras algunos disparos realizados desde la casa de uno de los comerciantes. Los primeros en caer, uno muerto y otro gravemente herido, fueron dos guardias municipales cuando trataban de calmar los ánimos. Seis personas murieron en el acto y 18 ó 20 resultaron heridas, de ellas diez gravemente. A las dos de la madrugada murieron otras dos, al día siguiente una más y otra días después. En total, diez víctimas mortales. Los nombres reflejados en la esquela mortuoria, aparecida en la primera plana del número ya citado de Renacimiento, eran el cabo de la guardia municipal Ángel Sánchez, Pedro García, Eladio González, Santos Díaz, Lucía Párraga, Ambrosia Ramos, Severa Moreno, Josefa Ramos y María de la Torre.
En el número de El Liberal, de Cuenca (3.5.1919), se hacía la siguiente reflexión: “Qué decir de las autoridades de Tarancón, especialmente del alcalde? ¿Qué decir del Comercio, o de sus comerciantes que con su actitud determinaron los móviles claros y precisos de la catástrofe? Piense cada cual, en la trascendencia irreparable que tienen en casos como el presente, la ineptitud de las autoridades y la codicia de los mercaderes. He ahí los resultados. Cada cual que deduzca según su criterio, las consecuencias adecuadas”.
Así era la España de la Restauración, que tan magistralmente describe Pilar Miró en su película El crimen de Cuenca, un impresionante acontecimiento sucedido en la provincia de Cuenca que podemos tratar otro día. Sólo recordar que dos hombres fueron injustamente acusados de asesinato, torturados y enviados a prisión. Pero cuando fueron liberados se descubrió con estupor que la supuesta víctima estaba viva.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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