viernes, 10 de julio de 2015

Universidad, de los PNN a los “contratos basura”

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- 10 julio, 2015 – 01:25
 
isidroSanchez

Hace casi tres años me jubilé y la docencia que impartía fue asignada a dos compañeros. Una de las razones de mi pronta jubilación –los profesores funcionarios en la universidad pueden aguardar hasta los setenta años para jubilarse– fue la de dar paso a la juventud. Pero la política de recortes del PP no lo permitió. Ahora, tras tres décadas de dedicación, sólo mantengo una leve relación con el mundo universitario gracias a mi condición de profesor colaborador honorífico. 
En cuarenta años he conocido la evolución de la universidad, como alumno en el Colegio Universitario de Toledo y luego en la Universidad Complutense de Madrid –época de los PNN (Profesores no Numerarios)–, hasta mi actividad como profesor, primero en el Colegio Universitario de Ciudad Real y después en la Universidad de Castilla-La Mancha.
En ese tiempo ha tenido un cambio significativo en variados aspectos. Con la Democracia que sustituyó a la Dictadura, con las carencias que se quieran, se instauró una política que puede llamarse universitaria y poco a poco se desarrolló un sistema aceptable, ligado a la autonomía, la ciencia y la consideración de servicio público. En el caso de Castilla-La Mancha la autonomía política permitió la creación de la Universidad. Puesta en marcha en 1985, posibilitó la restauración de una tradición universitaria suprimida en el siglo XIX, al cerrarse las de Almagro, Sigüenza y Toledo.
En general, con problemas diferentes, las universidades en España y, desde luego, la de Castilla-La Mancha, han tenido buenos resultados, aunque es preciso revisar su funcionamiento pues se han cometido errores. Pero hoy no están a la altura de lo que la sociedad necesita y es preciso establecer un debate nacional para conocer el tipo de universidad que queremos.
Mientras tanto, se toman medidas que conducen al modelo anhelado por las elites económicas, las que mandan, y por las fuerzas conservadoras o ultraconservadoras. Con la excusa de la crisis económica –otra vez el “esto no es una crisis es una estafa”, del 15M– se han reducido de forma más o menos drástica todas las partidas, como en el caso de la Universidad de Castilla-La Mancha, y se está produciendo una reestructuración importante de las universidades. Se adoptan decisiones, a la vez que se pasa por alto la autonomía, que llevan a una selección de estudios y del profesorado con criterios de mercantilización y de centralización, a una clara burocratización y a una postergación de la docencia. Es cierto que la investigación es muy importante en la universidad pero sin la docencia no tiene sentido.
Y docencia e investigación sólo serán adecuadas a un sociedad desarrollada si los profesores disfrutan de buena consideración social, están bien remunerados y tienen perspectivas de promoción. Sin embargo, en los últimos años se ha paralizado prácticamente la vía funcionarial, a pesar del gran número de profesores acreditados –en la UCLM no llegan a la decena los nuevos profesores funcionarios en los últimos cuatro años– y no existe una vía de contratación laboral eficiente.
Por el contrario, se ha creado un numeroso colectivo de profesorado precario, inestable, con “contratos basura” y muy mal pagado –en torno a los 400 euros al mes–, que cubre la docencia de los jubilados y otras necesidades muy variadas. En algunos casos no llegan a cobrar el mes de agosto. O sea, se vuelve de alguna manera a la época de los PNN, a una mano de obra barata, poco valorada y que se puede quitar de en medio cuando sea preciso. A ello hay que unir la tremenda subida de las tasas, que impide estudiar a un número indeterminado de alumnos y la pérdida de un buen número de brillantes alumnos que al conseguir sus títulos y terminar sus becas no pueden seguir su vida universitaria y tienen que marchar al extranjero.
Así está la situación. Altísimos niveles de paro juvenil y una política universitaria que lleva a una especie de suicidio colectivo en la docencia y la investigación. Con esa realidad, ¿Qué futuro tiene nuestro país?

Isidro Sánchez Sánchez

Desde el revés de la inopia

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