viernes, 16 de septiembre de 2016

La buena muerte

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- 16 septiembre, 2016 – 09:24

La muerte, como fin del ciclo vital, ha estado presente históricamente en las sociedades humanas, cuando era acompañada por familiares, duelos y lutos. Más que ahora, convertida generalmente en un acto recluido en hospitales y tanatorios. Es verdad que los adelantos médicos han servido para prolongar la vida. Sin embargo, cada vez estamos menos preparados para la muerte.


isidroSanchez

A principios del siglo XV se editó un libro, El arte de la muerte (Ars Moriendi), que presentaba consejos y procedimientos para una buena muerte, siempre de acuerdo con el ideario cristiano. Su popularidad fue grande pues se tradujo a un buen número de lenguas europeas y fue el principal antecedente de una tradición literaria de guías para el bien morir. Se publicó también una versión corta formada por once grabados, para facilitar la explicación y la memorización.

Fuente: Ars moriendi, facsimil de 1881 (europeana.eu)

La tradición cristiana han lanzado el mensaje, sustentado en la fe, de que no hay que temer a la muerte pues sólo es el tránsito hacia la vida eterna. Por otra parte se ha extendido la idea de la muerte como gran niveladora pues todos deberemos cumplir ese trámite, que subyace, por ejemplo, en las bajomedievales Danzas de la muerte o en las Sentencias dignas de saberse del Manchego escarmentado (grabado de 1808): “Dice el Papa: yo soi cabeza de todos. // Dice el rey: yo obedezco al Papa. // Dice el caballero: yo sirvo á estos dos. // Dice el mercader: yo engaño á estos tres. // Dice el letrado: yo revuelbo á estos cuatros. // Dice el labrador: yo sustento á estos cinco. // Dice el médico: yo mato á estos seis. // Dice el confesor: yo absuelvo á estos siete. // Dice Cristo: yo sufro á estos ocho. // Dice la muerte: yo me llebo á todos estos”.
Hoy sigue esa línea de preocupación ante la buena muerte, como muestra el éxito de la obra El arte de morir. Un viaje a otra parte (2015), de Peter Fenwick y Elizabeth Fenwick, cuya primera edición en inglés apareció en 2008. Y se intensifica el debate sobre la eutanasia (provocar con intención la muerte de una persona con una enfermedad incurable para evitar que sufra), legal sólo en Países Bajos, Bélgica y Luxenburgo. Y no en Suiza, donde en realidad se practica el suicidio asistido.
En nuestro país existen diversas asociaciones que defienden la libertad de toda persona a decidir el momento y forma de acabar su vida, especialmente con un deterioro irreversible y un sufrimiento insoportable. Como ejemplo se puede recordar a la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente (DMD), que tiene como finalidad “promover el derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para finalizarla, y defender el derecho de los enfermos terminales e irreversibles a, llegado el momento, morir pacíficamente y sin sufrimientos, si éste es su deseo expreso”.

Fuente: Museo Municipal de Madrid. 1808

Se practican en España, con mayores o menores medios, los cuidados paliativos, que según definición de la Organización Mundial de la Salud sirven para mejorar la calidad de vida de pacientes y familias “que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas, físicos, psicológicos y espirituales”.
En ese sentido, hasta 2001 no se aprobó la ley básica reguladora de la autonomía del paciente, por la que una persona, capaz y libre, puede manifestar anticipadamente su voluntad, para que se cumpla en el caso de situaciones en las que no sea capaz de expresarlo personalmente. Se trata de manifestarse sobre cuidados y tratamiento de su salud o, una vez llegada la muerte, sobre el destino de su cuerpo o de sus órganos.
A partir de dicha norma se ha legislado sobre el tema en las distintas comunidades autónomas y se han creado un registro en cada una de ellas, coordinados desde enero de 2013 por el Ministerio de Sanidad gracias al Registro Nacional de Instrucciones Previas, de acuerdo con un decreto regulador de 2007. Como en otros muchos temas el fondo puede ser igual, según contempla la norma básica, pero las formas son diferentes, de manera que las denominaciones varían de la siguiente forma: Declaración de voluntades anticipadas (Castilla-La Mancha e Islas Baleares), Declaración de voluntades vitales anticipadas (Andalucía), Documento de expresión anticipada de voluntades (Extremadura), Documento de instrucciones previas (Asturias, Castilla y León, Galicia, Madrid, Murcia y Rioja), Documento de voluntades anticipadas (Aragón, Cantabria, Cataluña, Euskadi, Navarra y Valencia) o Manifestaciones Anticipadas de Voluntad (Canarias).

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Declarantes con IP activa por comunidades autónomas y grupos de edad. 2016

La serie de declarantes empieza en 2013, con 145.775 en toda España, cifra que ha llegado en julio de 2016 a los 210.798. En la tabla se recoge la situación de declarantes con Instrucción Previa activa por comunidad autónoma y grupos de edad referida a julio de 2016. Como se puede observar Cataluña y País Vasco destacan con sus tasas de 8,24 y 8,00 por cada mil habitantes, mientras que Castilla-La Mancha se sitúa en los últimos lugares con 2,81.
En nuestra Región es posible hacer la Declaración de últimas voluntades en las delegaciones provinciales de la Consejería de Sanidad y en una serie de hospitales, que en la provincia de Ciudad Real son Mancha Centro (Alcázar de San Juan), Virgen de Altagracia (Manzanares), Santa Bárbara (Puertollano), Tomelloso (Tomelloso) y Gutiérrez Ortega (Valdepeñas).

Isidro Sánchez

Desde el revés de la inopia

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