miciudadreal - 14 octubre, 2016 – 12:25
Los españoles se casan hoy menos pero lo hacen con más boato. Es cierto que, según los indicadores, la soledad gana adeptos y el número de matrimonios desciende, consecuencia también del número de parejas que deciden vivir juntas sin pasar por la Iglesia o por los trámites civiles. Antes, la mayoría de las bodas, por lo religioso, claro, terminaban con la tarta, los licores y el puro. Hoy todo se prolonga, con variadas actividades, para intentar asombrar a los invitados. En muchas ocasiones se busca epatar con gastronomía, decoración o animación.
Se gasta mucho más dinero en el evento, entre otras razones porque los matrimonios se celebran más tarde –con medias de casi 33 años en mujeres y cerca de 35 en hombres–, y los novios tienen un mayor poder adquisitivo. La media del gasto de bodas es de 16.534 euros en 2015, según la Federación de Usuarios Consumidores Independientes, cantidad que se ha reducido con la crisis, pues en los años del comienzo de siglo estaba en torno a los 20.000 euros.
Pero no es el único cambio. Hoy, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuatro de cada diez nacidos son de madre no casada. Por otra parte, en España se celebran matrimonios entre personas, independientemente de su sexo, un 2 por ciento del total en 2014. Desde 2005, año en que las Cortes aprobaron la llamada ley de matrimonio homosexual (en la jerga oficial Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio), hasta 2015 más de 31.600 parejas del mismo sexo se han casado en España, 19.410 de hombres y 12.200 de mujeres (El Mundo, 30.6.2015).
Y, cambio, cambio, se ha producido con la eclosión del matrimonio civil, prohibido en España, con la excepción de los años del llamado Sexenio Revolucionario, hasta 1931. Con el franquismo sólo estuvo permitido el religioso y, además, se consideraron nulos los matrimonios civiles celebrados durante la República. Desde 1969 sólo se admitió en el caso de que los contrayentes fuesen de una religión distinta a la católica o si dejaban la Iglesia católica, requisito para iniciar una complicada tramitación. Tras la aprobación de la Constitución de 1978 dejó de ser necesario el certificado de abandono de la Iglesia para contraer matrimonio civil.
No obstante, hasta 2009 las bodas civiles no superan a las religiosas. Según datos del INE, el número de matrimonios habidos durante ese año fue de 177.144, un 54,06 por ciento de ellos civiles, cuando en 1991 eran sólo un 20,89. En una imparable evolución ascendente, en 2015 el porcentaje de matrimonios exclusivamente civiles fue del 69,43 por ciento.
En los tres primeros lugares de matrimonios civiles se sitúan Cataluña (84, 41 por ciento), Baleares (81,45) y País Vasco (78,47). En los últimos Castilla-La Mancha (56,51) y Extremadura (54,14). En Cualquier caso, en todas las comunidades autónomas el número de matrimonios civiles es superior al de religiosos. En cuanto a matrimonios civiles por provincias destacan en los primeros lugares Girona (85,09), Barcelona (84,92) y Tarragona (82,35). En los últimos Córdoba (49,36), Ciudad Real (48,77) y Jaén (42,05).
En nuestra provincia hubo en 2015 un total de 1.661 matrimonios, 793 católicos, 810 civiles, 8 de otras religiones y 50 de los que no constaba tipo. Más civiles, por poca diferencia, que católicos.
Como conclusión se puede observar que el desplome de matrimonios católicos ha sido muy importante, aunque dispar en el territorio español. En las grandes capitales y en las zonas costeras, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, es donde el descenso es más acusado. No obstante, en las áreas del interior y rurales el proceso también está presente aunque se desarrolla con más lentitud. Todo un fenómeno sociológico.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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