miciudadreal - 1 septiembre, 2017 – 12:45
El próximo día 3 de septiembre las personitas acogidas por familias de la Región vuelven a los campos de refugiados ubicados en Tinduf, zona suroeste de Argelia. Termina así una estancia de dos meses en hogares de las cinco provincias, en el marco del programa Vacaciones en paz. Desde inhóspitos territorios, con una población que espera la celebración del referéndum prometido por la ONU, llegan en 2017 a España 4.500 niñas y niños saharauis. De ellos, unos 400 a Castilla-La Mancha, la mayor parte entre nueve y doce años.
Según datos de la Asociación Madraza la distribución por provincias es la siguiente: Ciudad Real, 174; Toledo, 135; Albacete, 60; Guadalajara, 30 y Cuenca, 5. Hay que tener en cuenta que en algunos casos sólo se dispone de los fondos aportados por las asociaciones correspondientes, con la inhibición de las administraciones, lo que explica las grandes diferencias.
Vista general de Dhajla en 2016 (Foto Elvira Nimmee)
Cuarenta llegan al área de Ciudad Real y conviven con familias de la capital o de municipios cercanos como Calzada de Calatrava, Carrión de Calatrava, Corral de Calatrava, Fuente El Fresno, Malagón, Miguelturra o Piedrabuena. Las otras tres zonas de gestión son Puertollano-Almodóvar (Almadén, Chillón o Los Pozuelos), Valdepeñas-Manzanares (Santa Cruz de Mudela o San Carlos del Valle) y Alcázar-Herencia (Campo de Criptana, Pedro Muñoz o Socuéllamos).
Vista parcial de Dhajla en 2016 (Foto Elvira Nimmee)
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Hospital de Dhajla en 2016 (Foto Elvira Nimmee)
Siguen dieciséis años de guerra activa, con alto el fuego en septiembre de 1991 y el acuerdo entre las partes, con aval internacional, de celebración de un referéndum de autodeterminación. La lucha continúa después por vía pacífica y diplomática de cara a ejercer el derecho a la libre determinación y la independencia. Además, después de cuarenta años de construcción nacional, la nación saharaui es un hecho irreversible y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), proclamada el 27 de febrero de 1976, es reconocida por 82 países y es miembro de la Unión Africana, organización continental que reúne a los 54 Estados africanos, excepto Marruecos.
La RASD ejerce plena soberanía sobre los territorios liberados del Sáhara Occidental, con grandes esfuerzos para proporcionar la infraestructura necesaria a la población saharaui que vive en ellos, a la espera de recuperar la soberanía sobre el conjunto del territorio nacional.
Sahara libre
La mayoría de la población vive en tiendas, sin agua corriente y con carencias de todo tipo. En los campamentos de refugiados las condiciones de vida se hacen cada vez más difíciles y se extiende un creciente sentimiento de frustración, especialmente entre los jóvenes, por la falta de progreso en el proceso de autodeterminación. La situación está caracterizada por la pasividad de la ONU, EE UU y Unión Europea ante las constantes transgresiones de Marruecos. El Reino alauita está lleno de violaciones a los derechos humanos, con abusos graves y sistemáticos, bloqueo militar en los territorios ocupados y control mediático total, a la vez que las autoridades usurpadoras niegan el acceso al territorio a observadores internacionales y medios de comunicación.
En esta situación no es de extrañar que las llamadas a retomar las armas aumenten. “Fuerza, determinación y voluntad para imponer la independencia y la soberanía nacional”, fue el lema del Congreso extraordinario, celebrado en junio de 2016 y presidido por Brahim Gali, nuevo presidente de la RASD y secretario general del Polisario tras la muerte de Mohamed Abdelaziz.
Un muro de 2.720 kilómetros, protegido con millones de minas antipersona y un ejército armado hasta los dientes, divide el territorio saharaui. La cuestión del Sahara es una muestra más de la hipocresía y el doble rasero de las grandes potencias. En el año 2000 se confecciona un censo provisional para el referéndum, con 86.386 personas. En ese momento Marruecos rompe el Acuerdo, al calcular que cualquier votación democrática y libre lleva a la independencia, e incumple sistemáticamente las resoluciones de la ONU. La inacción del Consejo de Seguridad ante el no cumplimiento del Plan acordado permite que Marruecos siga con sus posiciones intransigentes y las continuas violaciones de derechos humanos, que ha llevado a un punto muerto el proceso.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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