miciudadreal - 1 septiembre, 2017 – 12:45
El próximo día 3 de septiembre las personitas acogidas por familias de la Región vuelven a los campos de refugiados ubicados en Tinduf, zona suroeste de Argelia. Termina así una estancia de dos meses en hogares de las cinco provincias, en el marco del programa Vacaciones en paz. Desde inhóspitos territorios, con una población que espera la celebración del referéndum prometido por la ONU, llegan en 2017 a España 4.500 niñas y niños saharauis. De ellos, unos 400 a Castilla-La Mancha, la mayor parte entre nueve y doce años.
Según datos de la Asociación Madraza la distribución por provincias es la siguiente: Ciudad Real, 174; Toledo, 135; Albacete, 60; Guadalajara, 30 y Cuenca, 5. Hay que tener en cuenta que en algunos casos sólo se dispone de los fondos aportados por las asociaciones correspondientes, con la inhibición de las administraciones, lo que explica las grandes diferencias.
En la provincia de Ciudad Real las gestiones de la Federación Provincial de Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui son muy importantes, pero la implicación de la Diputación es significativa pues, según su presidente, aporta 120.000 euros para costear los desplazamientos. Y, cómo no, es encomiable la bondad y disposición de las familias que acogen. Los niños recibidos este año, repartidos por 53 municipios, cuentan asimismo con diferentes ayudas de diversos municipios y otras organizaciones.
Cuarenta llegan al área de Ciudad Real y conviven con familias de la capital o de municipios cercanos como Calzada de Calatrava, Carrión de Calatrava, Corral de Calatrava, Fuente El Fresno, Malagón, Miguelturra o Piedrabuena. Las otras tres zonas de gestión son Puertollano-Almodóvar (Almadén, Chillón o Los Pozuelos), Valdepeñas-Manzanares (Santa Cruz de Mudela o San Carlos del Valle) y Alcázar-Herencia (Campo de Criptana, Pedro Muñoz o Socuéllamos).
La elevada acogida de la provincia de Ciudad Real se ve favorecida también por el desarrollo del proyecto de Prácticas Docentes en el Sahara, organizado por la Facultad de Educación de Ciudad Real y financiado por la Diputación. Según datos de la Institución provincial y de la Asociación Madraza, en 2017 se contabiliza la participación de ochenta alumnos y alumnas del grado de Maestro, distribuidos por nueve madrazas, con más de 150 escolares.
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Pero es preciso recordar la grave disputa que dura ya cuatro décadas, sigue sin resolverse y es un problema de descolonización. Sidi M. Omar, diplomático e investigador especializado en estudios de paz y conflictos, proporciona las claves de la misma (El conflicto del Sáhara Occidental: situación actual y perspectivas de solución, 2016). El origen está en la invasión militar y anexión por parte de Marruecos del territorio en 1975, en el marco de la política expansionista conocida como “Gran Marruecos”, frecuentemente tabla de salvación de la monarquía alauita para enmascarar los importantes problemas económicos, sociales y políticos. El 14 de noviembre de 1975, con el dictador Franco agonizando, el Gobierno de España firma con Marruecos y Mauritania la entrega del territorio del Sahara Occidental.
Siguen dieciséis años de guerra activa, con alto el fuego en septiembre de 1991 y el acuerdo entre las partes, con aval internacional, de celebración de un referéndum de autodeterminación. La lucha continúa después por vía pacífica y diplomática de cara a ejercer el derecho a la libre determinación y la independencia. Además, después de cuarenta años de construcción nacional, la nación saharaui es un hecho irreversible y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), proclamada el 27 de febrero de 1976, es reconocida por 82 países y es miembro de la Unión Africana, organización continental que reúne a los 54 Estados africanos, excepto Marruecos.
La RASD ejerce plena soberanía sobre los territorios liberados del Sáhara Occidental, con grandes esfuerzos para proporcionar la infraestructura necesaria a la población saharaui que vive en ellos, a la espera de recuperar la soberanía sobre el conjunto del territorio nacional.
La mayoría de la población vive en tiendas, sin agua corriente y con carencias de todo tipo. En los campamentos de refugiados las condiciones de vida se hacen cada vez más difíciles y se extiende un creciente sentimiento de frustración, especialmente entre los jóvenes, por la falta de progreso en el proceso de autodeterminación. La situación está caracterizada por la pasividad de la ONU, EE UU y Unión Europea ante las constantes transgresiones de Marruecos. El Reino alauita está lleno de violaciones a los derechos humanos, con abusos graves y sistemáticos, bloqueo militar en los territorios ocupados y control mediático total, a la vez que las autoridades usurpadoras niegan el acceso al territorio a observadores internacionales y medios de comunicación.
En esta situación no es de extrañar que las llamadas a retomar las armas aumenten. “Fuerza, determinación y voluntad para imponer la independencia y la soberanía nacional”, fue el lema del Congreso extraordinario, celebrado en junio de 2016 y presidido por Brahim Gali, nuevo presidente de la RASD y secretario general del Polisario tras la muerte de Mohamed Abdelaziz.
Un muro de 2.720 kilómetros, protegido con millones de minas antipersona y un ejército armado hasta los dientes, divide el territorio saharaui. La cuestión del Sahara es una muestra más de la hipocresía y el doble rasero de las grandes potencias. En el año 2000 se confecciona un censo provisional para el referéndum, con 86.386 personas. En ese momento Marruecos rompe el Acuerdo, al calcular que cualquier votación democrática y libre lleva a la independencia, e incumple sistemáticamente las resoluciones de la ONU. La inacción del Consejo de Seguridad ante el no cumplimiento del Plan acordado permite que Marruecos siga con sus posiciones intransigentes y las continuas violaciones de derechos humanos, que ha llevado a un punto muerto el proceso.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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