miciudadreal - 21 diciembre, 2018 – 09:26
La historia de los supermercados comenzó en la provincia de Ciudad Real durante 1959. El Ayuntamiento de la capital convocó subasta pública en enero para el arrendamiento de un local del Mercado Municipal destinado a la instalación de un supermercado, con un precio al alza de 24.000 pesetas anuales. A los pocos meses estaba en funcionamiento, como Autoservicios de La Mancha, aunque sólo permaneció en activo aproximadamente un año.
Meses después, el 22 de octubre de 1965 y en Ciudad Real, se producía la inauguración del Supermercado Atalaya, en la barriada de Pío XII, con la bendición del vicario de la Diócesis, asistido por el párroco de santo Tomás de Villanueva. Sus socios fundadores, –Mora Sierra, Merino Moraga y Herrera García–, habían previsto incluso una sala de exposiciones en el local (Lanza, 25.10.1965). Lo hacían unos meses antes de que el dictador inaugurase la residencia sanitaria Nuestra Señora de Alarcos, enclavada en el mismo barrio, entonces una zona de ensanche en la capital.
Pero en 1966 se abría un supermercado de una cadena nacional. En junio se anunciaba en la prensa la necesidad de cubrir una serie de puestos para el nuevo establecimiento y el 1 de diciembre se ponía en marcha el Simago de Puertollano, que llegó a patrocinar entre otras actividades un equipo de fútbol de aficionados. Se trataba de un estupendo montaje, según se escribía en Lanza (1.12.1966), para la venta seria y garantizada de artículos de gama completa en alimentación, bazar, bisutería fina, calzado, joyería perfumería, textil y otros artículos de variado tipo. Dos días después el diario informaba que la sucursal ocupaba 1.200 metros cuadrados, distribuidos en dos plantas, y estaba atendida por 80 personas, “de ellas más de 60 señoritas”, que vendía hasta un total de 2.500 artículos.
Por supuesto, la bendición fue del arcipreste de Puertollano, José María Gómez y García Muñoz, asistido por el reverendo Antonio Martín, que pastoreaban a todo un conjunto de diversas autoridades del Régimen. Puertollano se ponía, según las grandilocuentes palabras del presidente del Consejo de Administración de Simago, a la altura de Madrid, París o Londres. Por supuesto, hubo “peladilla”, es decir, invitación. Sólo que entonces todavía no se servía un vino español, era mucho más chic el “espléndido lunch” ofrecido a todos los asistentes, según se decía. La gente, por otra parte, empezó a utilizar la palabra simaguear, con cierta censura a los ratos de ocio, bureo y fisgoneo, sobre todo por parte de aquellas personas que no podían disponer de esos ratos.
Diez años después llegaba a la capital de la provincia otro supermercado de una cadena nacional, en este caso Galeprix. Se inauguraba el 29 de diciembre de 1976, con las bendiciones de párroco de san Pedro, Venancio Sanabria un local con dos mil metros cuadrados de autoservicio. Por su parte, José Ruiz Lorente, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, hacía referencia a los cien puestos de trabajo creados. Todavía no era época de vino español y el lunch ya estaba un poco pasado de moda. Castillos Hotel sirvió un coctail, que fue la delicia de los invitados.
Su instalación se hizo en un edificio, el Galeprix, con fachada a Montesa y Alfonso X El Sabio (hoy Ciruela), construido por Gasset, S. A., y durante los días siguientes se habló en Ciudad Real de hacer un boicot al establecimiento por su apertura los sábados por la tarde, que parece no llegó a concretarse. Era un paso más en la fase expansiva promovida por Pepín Fernández, fundador de Galerías Preciados y Sederías Carretas. En octubre de 1981 Galeprix se convertía en Hiper La Mancha, aunque por poco tiempo. Pronto el establecimiento entró a formar parte de la cadena de Simago.
Podemos decir que entre 1960 y 1990 la provincia vivió la fase de los supermercados, es decir, autoservicios situados generalmente en el centro de las poblaciones. Cerró esta etapa la llegada de Mercadona en 1988 a Ciudad Real y Puertollano. Efectivamente, el 27 de julio abría el establecimiento en la capital, con accesos por las calles Olivo y Diego de Almagro, y el 2 de diciembre en Puertollano, con acceso al local por el Paseo de san Gregorio y la calle del Muelle. La cadena estaba extendida por el litoral, desde Castellón a Cartagena, y el super de Ciudad Real era el primero en instalarse en el centro de España.
Lo que no se puede poner en duda es que el éxito acompañó a estos establecimientos. Es verdad que se trataba de una comercio deshumanizado, donde había desaparecido prácticamente el calor humano, entre técnicas de marketing, elementos diversos de mercadotecnia, ofertas sin fin, precarización e inseguridad laboral. Pero lo cierto es que la afluencia de clientes desbordó todas las previsiones, para desesperación de los pequeños comerciantes.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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