miciudadreal - 20 marzo, 2020 – 10:15
El pasado 11 de marzo el brote de coronavirus es declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) pandemia global, después de afirmar sus representantes unas semanas antes que no se produciría declaración oficial de pandemia en ningún caso.
El neoliberalismo, que intenta privatizar la sanidad en todas partes, ya que la percibe como una mercancía más, se enfrenta a una epidemia que presagia consecuencias desastrosas para la mayoría de la sociedad y negocio sin fin para la minoría, que ya hace su agosto con la crisis comenzada en 2008. Esa minoría intentará utilizar los efectos de la crisis derivada de la epidemia para seguir en su línea de conseguir controlar parcelas de negocio, en este caso la Sanidad.
Esa declaración de la OMS facilita que actualmente nos encontramos en España en pleno estado de alarma para la gestión de la situación provocada por el COVID-19. En el decreto aprobado por el Gobierno se afirma lo siguiente: “Las circunstancias extraordinarias que concurren constituyen, sin duda, una crisis sanitaria sin precedentes y de enorme magnitud tanto por el muy elevado número de ciudadanos afectados como por el extraordinario riesgo para sus derechos” (BOE, 14.3.2020).
Al contrario de lo que se afirma en el decreto, sí hay precedentes. Aparte de otras gripes más recientes, la más grave se desarrolla hace ciento dos años, la llamada epidemia del virus H1N1, también conocida como pandemia de influenza o, fuera de nuestro país, “gripe española”. Y ello porque en España se empieza a hablar públicamente de ella pues los países contendientes en la Gran guerra ocultan los estragos que causa la gripe como resultado de la censura militar.
Arrasa en todo el mundo y todavía se considera uno de los brotes de enfermedad más mortales registrados en la historia. Se calcula que más de 500 millones de personas, un tercio de la población mundial, se infecta con el virus y el número de muertes en todo el mundo se estima en unos 50 millones de personas, aunque otros cálculos arrojan una cifra menor, en torno a los 20 millones. En cualquier caso, es difícil conocer el número de defunciones pues los controles estadísticos no eran, ni mucho menos, fiables.
En España se la conoce como “El señorito” o, más frecuente, “El soldado de Nápoles”, denominación que se intenta extender en contraposición a la de “gripe española”. Se toma de la zarzuela La canción del olvido, con libreto de Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernández-Shaw Iturralde y música del maestro José Calixto Serrano Simeón, que se estrena en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 1 de marzo de 1918.
La gripe en España tiene tres oleadas. La primera, en la primavera de 1918. La segunda, más grave y con mayor número de muertes, desde agosto hasta noviembre de 1918. La tercera, a principios de 1919. Mueren en España en todo el año 147.060 personas, cuando en los años anteriores las defunciones por gripes están en torno a las siete mil personas, lo que hace aumentar la mortalidad total en un cincuenta por ciento. Las muertes siguen en 1919 pero con una dimensión menor (21.094). En la tabla se puede ver el número de fallecidos por gripe y el total por todas las causas, con los incrementos anuales.
Antón Erkoreka hace una investigación referida a la gripe, que se publica en 2006 con el título de La pandemia de gripe española en el País Vasco (1918-1919). Pues bien, cuando extrapola las tasas obtenidas en la investigación al continente europeo y a todo el mundo, obtiene una estimación de fallecidos por la pandemia gripal de “15.000 en Vasconia, 252.000 en España, 397.000 en Francia, 3.000.000 en Europa y 27.000.000 en todo el mundo”.
Como destaca la profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha María Isabel Porras Gallo en su tesis doctoral (Una ciudad en crisis: la epidemia de gripe de 1918-19 en Madrid, 1994), la epidemia de gripe tiene repercusiones de todo tipo: sanitarias, demográficas, económicas y políticas. Y hace una constatación que resulta pertinente y ayuda a entender la extensión de la pandemia: en 1918 España presenta insuficiencias legislativas en materia de Sanidad, no existe un Ministerio de Sanidad, ni una organización sanitaria adecuada.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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