miciudadreal - 16 octubre, 2015 – 09:22
Hace unas semanas, al comentar mi artículo sobre los conflictos bélicos, un lector afirmaba que yo culpaba a Occidente de las guerras en marcha. No, no es así. Al leer con detenimiento se puede observar que yo recrimino al capitalismo, ese capitalismo que, según Gregorio Morán, mata más que el tabaco (“Tiempo de patrañas”, La Vanguardia, 8-3-2014). La afirmación del escritor y periodista parece evidente, pues la lógica de la acumulación capitalista mantiene su dominio sobre la vida.
Hace unas semanas, al comentar mi artículo sobre los conflictos bélicos, un lector afirmaba que yo culpaba a Occidente de las guerras en marcha. No, no es así. Al leer con detenimiento se puede observar que yo recrimino al capitalismo, ese capitalismo que, según Gregorio Morán, mata más que el tabaco (“Tiempo de patrañas”, La Vanguardia, 8-3-2014). La afirmación del escritor y periodista parece evidente, pues la lógica de la acumulación capitalista mantiene su dominio sobre la vida.
Y es que hoy las grandes empresas petroleras, el complejo entramado militar-industrial y la catedral financiera de Wall Street, como ya mostró Michael Moore en su estupenda película documental Fahrenheit 9/11, funcionan de forma combinada para conseguir un mismo objetivo: la expansión y acumulación de ganancias a escala mundial. Así, según un informe de OFXAM de 20 de enero de 2014, la riqueza mundial está dividida en dos: “casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante”.
La estafa Volkswagen, uno de los principales iconos del capitalismo europeo e importante apoyo del nazismo en su momento, muestra a las claras que lo primordial es la obtención de beneficios, aunque sea con la mentira para conseguir subvenciones y propagar una falsa imagen ecológica. La empresa ha admitido que unos once millones de sus vehículos emiten gases en todo el mundo por encima de lo permitido. Pero no pasará nada, no habrá responsables, no habrá sanciones, como en otras ocasiones. El presidente del Consejo de Administración, el Sr. Martin Winterkorn, ha dimitido, eso sí, con una pensión privada de 66 millones de euros.
La Academia de la lengua española presenta dos acepciones de capitalismo: “Régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza” y “Conjunto de capitales o capitalistas, considerado como entidad económica”. En los ámbitos académicos suele aceptarse que es un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción, el mercado y la competencia entre agentes, con el objetivo de maximizar su capital en el menor tiempo posible. Y lo que es muy importante, aunque no suele decirse, teniendo al Estado cada vez más como herramienta al servicio de la reproducción del capital y no como una institución para toda la sociedad.
Pero la realidad amplía las definiciones pues, a pesar de lo que repiten sus cantores y sus grandes medios de propaganda, el capitalismo representa una sociedad injusta y depredadora, ha fracasado socialmente, está borrando del mapa la idea de democracia y, de forma clara, se ha manifestado inviable desde el punto de vista ecológico. Más contundente y gráfico es el periodista y analista Manuel Freytas –al que no es posible leer, ver o escuchar en los grandes medios de comunicación españoles– cuando escribe que “el capitalismo no es nada más que una empresa de ladrones comunes, que niveló a escala planetaria un ‘sistema’ (económico, político y social) para legalizar y legitimar con leyes e instituciones un robo masivo y planetario de trabajo social y de recursos naturales, disfrazado de ‘economía mundial’”.
No obstante, el capitalismo con sus medios de persuasión e información intenta vender una visión del mismo que no se corresponde con la realidad. Por ejemplo, en España uno de los principales paladines del sistema capitalista es el diario El País, cuyos mentores están bastante enfadados con el Papa pues esperaban una condena del castrismo en su reciente visita a Cuba y ha dicho “inconvenientes” que no les han gustado nada a los endeudados mandamases del grupo Prisa.
El Papa ha llegado a manifestarse en la Isla a favor de los verdaderos creadores de riqueza, los trabajadores manuales, la clase media, los pequeños y medianos empresarios, es decir, la gran mayoría. Y en contra del capitalismo, una minoría en torno al uno por ciento, los usureros de la modernidad, los principales culpables o cómplices, directa o indirectamente de la existencia del narcotráfico, la trata de personas, el racismo, el tráfico de armas, el cambio climático o la explotación infantil, por recordar algunas de sus “bondades”.
A la vista de algunos comentarios a mis colaboraciones en micr.es de las últimas semanas ya se que lloverán las líneas situando este artículo dentro de los esquemas del comunismo. Y no necesariamente es así. Aquello de que “quien está contra el capitalismo, está con el comunismo” es una tontería y una discusión estéril, como ha escrito el autor y activista político Christian Felber, teórico y partidario de la “Economía del Bien Común”. Una Economía para todos y no para provecho principal de unos pocos, como ocurre ahora. En algún momento trataré brevemente esa cuestión.
Por último, si se compara la Pirámide del Sistema Capitalista, publicada en la revista anarquista Industrial Worker (EE UU, 1911), con la versión actualizada del artista gráfico italiano Pippo Lionni pueden entenderse muchas cosas. Dejo a la perspicacia de los lectores la lectura de los dibujos y las conclusiones.
Isidro Sánchez Sánchez
Desde el revés de la inopia
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