Inicio » Desde el revés de la inopia
Arístegui nació en Madrid en 1963. Diputado por Guipúzcoa entre 2000 y 2004, durante los cuatro años siguientes representó a la provincia de Ciudad Real y desde 2008 a diciembre de 2011 a la de Zamora. Se llegó a manejar su inclusión en la lista de Segovia para las elecciones de 2011, según anunciaba El Norte de Castilla: “El PP incluirá a un cunero en su lista al Congreso. Gustavo de Arístegui se perfila como candidato junto a Beatriz Escudero”. La cosa debió parecer excesiva y finalmente fue nombrado embajador en la India.
Antes, gracias a un real decreto firmado por la socialista Trinidad Jiménez García-Herrera, tres días antes de la toma de posesión de Mariano Rajoy como presidente, se le concedía una importante distinción: “En atención a los méritos y circunstancias que concurren en don Gustavo Manuel de Arístegui y San Román, a propuesta de la Ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 16 de diciembre de 2011, Vengo en concederle la Gran Cruz de la Orden del del Mérito Civil (BOE, 17-12-2011).
Después, ya con el PP en el gobierno, era designado embajador del Reino de España en la República de la India (13.4.2012), en el Reino de Bután (15.6.2012), en la República Socialista Democrática de Sri Lanka (22.6.2012), en la República Federal Demócrata de Nepal (27.7.2012) y en la República de Maldivas (28.12.2012), todas con residencia en Nueva Delhi. ¡Qué listo tiene que ser Arístegui!
Ahora, en plena campaña electoral, la víspera del debate televisivo entre Mariano Rajoy Brey y Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ha abandonado su puesto debido, según sus declaraciones, a los “ataques repugnantes” a su honor. En El Mundo (16-12-2015), sin embargo, se presentaba una fotografía muy diferente: “Arístegui seguía cobrando comisiones cuando ya era embajador”. Aquí cobra comisiones hasta el Tato.
Arístegui fue, antes de su traslado al enigmático Oriente, un típico diputado cunero, también conocidos como “paracaidistas”, de los que abundan en nuestro país –En Cuenca algo han protestado por la caída allí ahora de Rafael Catalá, ministro de Justicia, en las listas del PP provincial–. Esa es una de las características de muchos representantes, la de servir igual para un roto que para un descosido. Es lo mismo que conozcan o no la provincia. El aparato lo lanza a una circunscripción dócil y aunque no suele gustar en ella se acepta la decisión pues no es conveniente contrariar a los jefes. Aquí en Ciudad Real vimos poco al señor diplomático y cuando llegó a Zamora ya conocían sus aficiones aéreas y fue recibido con escaso entusiasmo.
Además de cunerismo hay otra ce en la vida política, continuismo, por la que un buen número de políticos se “perpetúa” en la actividad pública. Y hablo de continuismo (“Situación en la que el poder de un político, un régimen, un sistema, etc., se prolonga indefinidamente, sin indicios de cambio o renovación”) y no de continuidad (“Unión natural que tienen entre sí las partes del continuo” o “Cualidad o condición de las funciones o transformaciones continuas”).
Se puede fijar la atención sólo en los diputados al Congreso, pero en demasiadas ocasiones la vida política se prolonga en otra institución o parlamento, europeo o regional y siempre está la salida de las grandes entidades industriales, financieras o de servicios, es decir, las “puertas giratorias”. Gana la partida, a pesar de los escándalos que salpicaron su actividad, el antes “descamisado” Alfonso Guerra González, ahora “anciano de la tribu”, diputado por Sevilla en todas las legislaturas hasta el momento, desde 1977 hasta enero de 2015, o sea, la constituyente y las diez habidas, cerca de cuarenta años.
Sigue con diez el también político socialista José María Benegas Haddad, muerto en agosto pasado, diputado en las constituyentes por Álava y en nueve ocasiones por Vizcaya. Sólo faltó a la cita con el Palacio de la Carrera de San Jerónimo en la III, cuando fue candidato a lehendakari. Con nueve legislaturas, desde la II hasta la actual, la X, encontramos a otros dos políticos del PSOE, Jaime Javier Barrero López, diputado por Huelva, y Jesús Caldera Sánchez-Capitán, por Salamanca.
Tras ellos, siguiéndoles los talones, catorce políticos han ocupado escaño en el Congreso en ocho legislaturas, en torno a treinta años. En el cuadro figuran sus nombres, la fuerza política y las provincias por las que consiguieron el acta de diputado. Son los destacados en la actividad política, los sostenedores del bipartidismo y el turnismo, los más acostumbrados a adulaciones, alfombras, coches oficiales, importantes retribuciones, vértigo del poder o viajes pagados por todos. Son, aparte de los poderes financieros y mediáticos, las principales columnas en las que se ha sustentado el régimen de 1978, parte de la casta
política.
Después, los que han ostentado ese cargo durante siete y seis legislaturas. Un buen número ha ocupado escaño en el Congreso durante cinco legislaturas, concretamente más de ochenta, y muchos más durante cuatro o tres. Décadas y décadas, lustros y lustros con una actividad política que debería limitarse para intentar evitar lo que ocurre en la práctica, falta de conexión con la realidad de los representados y desarrollo de una actividad más preocupada en el beneficio propio, el del partido o el de los grandes grupos económicos, que presionan a los representantes del poder popular constantemente con diversos medios. Evidentemente, es preciso regular la limitación de mandatos para favorecer la renovación. Ya que no han querido hacerlo los viejos partidos, como otras tantas cosas, la propia sociedad se va a encargar de ello en las elecciones del próximo domingo.
Isidro Sánchez
Apuntes de historia
miciudadreal - 18 diciembre, 2015 – 02:50
Arístegui nació en Madrid en 1963. Diputado por Guipúzcoa entre 2000 y 2004, durante los cuatro años siguientes representó a la provincia de Ciudad Real y desde 2008 a diciembre de 2011 a la de Zamora. Se llegó a manejar su inclusión en la lista de Segovia para las elecciones de 2011, según anunciaba El Norte de Castilla: “El PP incluirá a un cunero en su lista al Congreso. Gustavo de Arístegui se perfila como candidato junto a Beatriz Escudero”. La cosa debió parecer excesiva y finalmente fue nombrado embajador en la India.
Antes, gracias a un real decreto firmado por la socialista Trinidad Jiménez García-Herrera, tres días antes de la toma de posesión de Mariano Rajoy como presidente, se le concedía una importante distinción: “En atención a los méritos y circunstancias que concurren en don Gustavo Manuel de Arístegui y San Román, a propuesta de la Ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 16 de diciembre de 2011, Vengo en concederle la Gran Cruz de la Orden del del Mérito Civil (BOE, 17-12-2011).
Después, ya con el PP en el gobierno, era designado embajador del Reino de España en la República de la India (13.4.2012), en el Reino de Bután (15.6.2012), en la República Socialista Democrática de Sri Lanka (22.6.2012), en la República Federal Demócrata de Nepal (27.7.2012) y en la República de Maldivas (28.12.2012), todas con residencia en Nueva Delhi. ¡Qué listo tiene que ser Arístegui!
Ahora, en plena campaña electoral, la víspera del debate televisivo entre Mariano Rajoy Brey y Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ha abandonado su puesto debido, según sus declaraciones, a los “ataques repugnantes” a su honor. En El Mundo (16-12-2015), sin embargo, se presentaba una fotografía muy diferente: “Arístegui seguía cobrando comisiones cuando ya era embajador”. Aquí cobra comisiones hasta el Tato.
Arístegui fue, antes de su traslado al enigmático Oriente, un típico diputado cunero, también conocidos como “paracaidistas”, de los que abundan en nuestro país –En Cuenca algo han protestado por la caída allí ahora de Rafael Catalá, ministro de Justicia, en las listas del PP provincial–. Esa es una de las características de muchos representantes, la de servir igual para un roto que para un descosido. Es lo mismo que conozcan o no la provincia. El aparato lo lanza a una circunscripción dócil y aunque no suele gustar en ella se acepta la decisión pues no es conveniente contrariar a los jefes. Aquí en Ciudad Real vimos poco al señor diplomático y cuando llegó a Zamora ya conocían sus aficiones aéreas y fue recibido con escaso entusiasmo.
Además de cunerismo hay otra ce en la vida política, continuismo, por la que un buen número de políticos se “perpetúa” en la actividad pública. Y hablo de continuismo (“Situación en la que el poder de un político, un régimen, un sistema, etc., se prolonga indefinidamente, sin indicios de cambio o renovación”) y no de continuidad (“Unión natural que tienen entre sí las partes del continuo” o “Cualidad o condición de las funciones o transformaciones continuas”).
Se puede fijar la atención sólo en los diputados al Congreso, pero en demasiadas ocasiones la vida política se prolonga en otra institución o parlamento, europeo o regional y siempre está la salida de las grandes entidades industriales, financieras o de servicios, es decir, las “puertas giratorias”. Gana la partida, a pesar de los escándalos que salpicaron su actividad, el antes “descamisado” Alfonso Guerra González, ahora “anciano de la tribu”, diputado por Sevilla en todas las legislaturas hasta el momento, desde 1977 hasta enero de 2015, o sea, la constituyente y las diez habidas, cerca de cuarenta años.
Sigue con diez el también político socialista José María Benegas Haddad, muerto en agosto pasado, diputado en las constituyentes por Álava y en nueve ocasiones por Vizcaya. Sólo faltó a la cita con el Palacio de la Carrera de San Jerónimo en la III, cuando fue candidato a lehendakari. Con nueve legislaturas, desde la II hasta la actual, la X, encontramos a otros dos políticos del PSOE, Jaime Javier Barrero López, diputado por Huelva, y Jesús Caldera Sánchez-Capitán, por Salamanca.
Tras ellos, siguiéndoles los talones, catorce políticos han ocupado escaño en el Congreso en ocho legislaturas, en torno a treinta años. En el cuadro figuran sus nombres, la fuerza política y las provincias por las que consiguieron el acta de diputado. Son los destacados en la actividad política, los sostenedores del bipartidismo y el turnismo, los más acostumbrados a adulaciones, alfombras, coches oficiales, importantes retribuciones, vértigo del poder o viajes pagados por todos. Son, aparte de los poderes financieros y mediáticos, las principales columnas en las que se ha sustentado el régimen de 1978, parte de la casta
política.
Después, los que han ostentado ese cargo durante siete y seis legislaturas. Un buen número ha ocupado escaño en el Congreso durante cinco legislaturas, concretamente más de ochenta, y muchos más durante cuatro o tres. Décadas y décadas, lustros y lustros con una actividad política que debería limitarse para intentar evitar lo que ocurre en la práctica, falta de conexión con la realidad de los representados y desarrollo de una actividad más preocupada en el beneficio propio, el del partido o el de los grandes grupos económicos, que presionan a los representantes del poder popular constantemente con diversos medios. Evidentemente, es preciso regular la limitación de mandatos para favorecer la renovación. Ya que no han querido hacerlo los viejos partidos, como otras tantas cosas, la propia sociedad se va a encargar de ello en las elecciones del próximo domingo.
Isidro Sánchez
Apuntes de historia
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