El diario económico Wall Street Journal destacaba hace unos días que el empleo creado en la legislatura de Rajoy, gracias a las reformas laborales del PSOE y del PP, ha sido sobre todo con contratos temporales, caracterizados por los bajos sueldos y con derechos a la baja.
Por su parte, la revista semanal Fortune (1-12-2015), dedicada al mundo de los negocios, señalaba, citando al economista Javier Díaz-Giménez, “que España tiene el peor mercado laboral del mundo” y recordaba que la barrera del paro ha superado el veinte por ciento tres veces en los últimos treinta años. Grave problema que los grandes medios de comunicación, controlados por la banca y las fuerzas políticas conservadoras y ultraconservadoras, tratan de enmascarar u ocultar con diversas maniobras de distracción.
Presente en nuestra sociedad de forma inexorable, si queremos ver el drama está a nuestro alrededor. Por ejemplo, mi amiga María es la mayor de cinco hermanos. Con sesenta años, tiene un empleo fijo y un sueldo digno que tiene que dedicar en buena medida a ayudar a sus cuatro hermanos, alguno con hijos pequeños, sin empleo. Me dice enfadada que no le digan a ella que la situación está mejorando, que no le cuenten milongas. Mi amiga Marta lleva bastante tiempo sin poder trabajar y hace dos años su marido Federico, con cincuenta años, también se quedó sin trabajo.
Mis amigos Félix y Ana tienen dos hijos, ambos en el paro. Mariano y Ester, también con dos, están al cincuenta por ciento pues uno trabaja, en Francia, y otro no. Los cuatro hijos de mis amigos Lucía y Luis tenían todos trabajo. Hasta ahora, pues la empresa de dos de ellos, una multinacional, está en grave riesgo y seguramente mandará al paro a miles de trabajadores. Son muchos los alumnos que he tenido, por otra parte, que trabajan fuera de España. La mayor parte se ha visto obligada a emigrar ante la tremenda situación existente aquí.
Si el paro es un gran drama en nuestro país, el paro entre los jóvenes es absolutamente escalofriante, una verdadera lacra, pues con un porcentaje en torno al cincuenta por ciento se sitúa entre los más altos de Europa. Es un oscuro futuro el que muestra la realidad española para la juventud, un tesoro que se está desperdiciando y maltratando. Mientras tanto, y más ahora en campaña electoral, se agitan banderas y se despliegan demagogias.
Durante el gobierno del PP el paro juvenil (personas entre 15 y 24 años) se ha incrementado desde el 40 hasta el 53 por ciento. Según datos de Eurostat, en abril de 2014 era del 53,1 y un año después se había reducido al 49,6. El contraste con la media europea (EU28) es significativo pues en abril de 2015 era de 20,7. Pero es que, además, según un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) de octubre pasado, casi el 71 por ciento de los empleados de 15 a 24 años tiene en España contratos temporales. Así, como el paro es tan grande los jóvenes se ven obligados a aceptar cualquier ocupación. O sea, existe una gran burbuja de precariedad laboral que nos amarga el presente y que lanza grandes nubarrones sobre el futuro.
Hasta aquí la atención se ha puesto en España, la situación en Castilla-La Mancha es peor todavía. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2015 la tasa de paro en España era del 21,18 por ciento, mientras que la de Castilla-La Mancha ascendía al 24,72. La provincia de Ciudad Real tenía la tasa de paro más alta en la Región, un 29,98 por ciento, con un 22,30 para hombres y un 40,19 para mujeres.
En cuanto al desempleo de los jóvenes los datos son estremecedores en Castilla-La Mancha. La tasa de paro juvenil era en septiembre de 2015 del 52,8 por ciento, 48,5 en los hombres y 57,5 en las mujeres. Los datos de la provincia de Ciudad Real superan el sesenta por ciento, con unas condiciones de trabajo que recuerdan en demasiadas ocasiones a las épocas preindustriales. Y todavía determinadas gentes no entienden su desapego, su hastío o su indiferencia.
He escrito. Ahora otros, en lugar de atender al grave problema, que hablen de banderas, de Venezuela, de las bondades de Franco, el dictador sanguinario, o de la Rusia Soviética. Pero eso no cambiará la realidad. Seguirá presente con sus gritos implacables.
Isidro Sánchez
Apuntes de historia
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