Inicio » Desde el revés de la inopia
Un amigo, médico de familia, lo comentaba hace unos pocos días. El paciente, con una enfermedad crónica, volvió a su consulta pues no se encontraba bien y le preguntó si había seguido el tratamiento recetado. Dubitativo, respondió que
no ¿Por qué?, volvió a interrogar.
Con voz entrecortada le dijo que no podía comprar los medicamentos. Está jubilado y percibe una pensión de 600 euros. Pero tiene tres hijos en paro que viven de la única entrada de dinero en la familia, que a mediados de mes ya se ha terminado. Es sólo un caso, aunque los médicos están acostumbrados a buscar la ayuda de las trabajadoras y trabajadores sociales para intentar solucionar situaciones como la mencionada.
Hoy sabemos que la salud está generalmente muy relacionada con el nivel económico de las personas, como demuestran los estudios sobre el tema, de manera que los barrios menos favorecidos social y económicamente son los que tienen peores indicadores de salud. Por ejemplo, recordaba Laia Altarriba en su artículo “Diferencias en salud entre los barrios” (Viento Sur.info, 22-12-2015), escrito a propósito del Informe anual de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, “en el barrio de Calton, uno de los más pobres de la ciudad escocesa de Glasgow, la población tiene una esperanza de vida de 54 años, 8 años menos que en la India. Por el contrario, apenas una docena de kilómetros al norte de Calton, en la rica zona de Lenzie, la esperanza de vida es de 82 años, una de las más altas de Europa”. Esas diferencias se repiten, como describe Altarriba, en Barcelona, según puede verse en el Informe, pues por vez primera el Ayuntamiento ha incorporado un instrumento de análisis que muestra las desigualdades entre los barrios.
Y es que, como declaraba hace unas semanas el doctor Francisco Angora en el diario Lanza (8-1-2016), “la salud depende mucho más de comer bien, de tener una vivienda digna, de tener trabajo y bienestar social que de un medicamento”. Por lo tanto, siguiendo el razonamiento, parece claro que es preciso “garantizar que la gente tenga acceso a vivienda, a la alimentación y la higiene como pasos previos para tener salud”.
Todo lo contrario a lo que ha ocurrido en los últimos tiempos y que recientes estudios ponen de manifiesto, en ámbitos diversos y, desde luego, en el de la sanidad. Según se indica en el VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España (2014), publicado por Fundación Foessa y Cáritas, la repercusión negativa del copago en los medicamentos parece manifestarse en el aumento de los índices de privación farmacéutica. Asimismo, los efectos de los recortes en atención sanitaria y en pagos de ayudas a la dependencia o el aumento de las listas de espera en los servicios de atención especializada parecen tener, en buena lógica, más repercusión en los hogares en situación de conflicto social.
Un dato muy preocupante del impacto de la crisis y los recortes es el importante aumento de población “que no puede comprar medicamentos debido a sus bajos ingresos y el incremento del copago”. Se puede pensar perfectamente que el abandono de la medicación puede tener en el medio y largo plazo efectos muy negativos para la salud de quienes necesitan esos medicamentos. La población española afectada por este tipo de privación pasó del 5,4 por ciento en 2007 al 7 en 2009 y se disparó hasta el 15,8 en 2013. No he podido encontrar datos para los años siguientes, pero no es descabellado pensar en un aumento ante la intensidad de los recortes en el ámbito sanitario.
En cualquier caso, estamos hablando de factores determinantes de salud, que ya estableció en 1974, en un revolucionario informe, el canadiense Marc Lalonde, aunque antes ya se había fijado la relación entre pobreza y enfermedad. Agrupó los factores en Medio Ambiente, Estilo de Vida, Biología Humana y Sistema de Asistencia Sanitaria. En síntesis, afirmó que la salud o la enfermedad no están relacionadas sólo con factores biológicos o agentes infecciosos, la mayoría de las enfermedades tienen una base u origen marcadamente socio-económico.
¿Que hacer hoy ante esta situación? En el plano general, en primer lugar y de forma prioritaria, derogar el artículo 135 de la Constitución, aprobado precipitadamente por PP y PSOE. Se trata de poder subordinar cualquier otro componente del gasto público a la garantía de satisfacción de los mínimos vitales de las personas y no como sucede ahora, que es prioritario el pago de la deuda pública.
En el campo de la sanidad, en coincidencia con las medidas apuntadas en el informe de la Fundación Foessa Empleo precario y protección social (2015), resulta imprescindible derogar el R. D. 16/2012, que contempla, por razones económicas, dejar sin el derecho a asistencia sanitaria, entre otras, a las personas extranjeras sin papeles. Asimismo, hay que desbloquear el desarrollo de la Ley de Dependencia y eliminar los copagos farmacéuticos, al menos en las rentas por debajo del umbral de la pobreza.
Mientras tanto, muchas personas para sobrevivir tienen que ir trampeando, en el sentido de la tercera acepción de la RAE, o sea, “discurrir medios lícitos para hacer más llevadera la penuria o alguna adversidad”. Esa verdadera emergencia social se oculta en España todo lo posible por muy diversos medios y muchas personas, en el umbral de la pobreza o en la pobreza extrema, se quedan sin voz. A la vez, los ventajistas, que acaparan casi todas las voces, incrementan su riqueza.
Isidro Sánchez
Apuntes de historia
miciudadreal - 5 febrero, 2016 – 09:21
Un amigo, médico de familia, lo comentaba hace unos pocos días. El paciente, con una enfermedad crónica, volvió a su consulta pues no se encontraba bien y le preguntó si había seguido el tratamiento recetado. Dubitativo, respondió que
no ¿Por qué?, volvió a interrogar.
Con voz entrecortada le dijo que no podía comprar los medicamentos. Está jubilado y percibe una pensión de 600 euros. Pero tiene tres hijos en paro que viven de la única entrada de dinero en la familia, que a mediados de mes ya se ha terminado. Es sólo un caso, aunque los médicos están acostumbrados a buscar la ayuda de las trabajadoras y trabajadores sociales para intentar solucionar situaciones como la mencionada.
Hoy sabemos que la salud está generalmente muy relacionada con el nivel económico de las personas, como demuestran los estudios sobre el tema, de manera que los barrios menos favorecidos social y económicamente son los que tienen peores indicadores de salud. Por ejemplo, recordaba Laia Altarriba en su artículo “Diferencias en salud entre los barrios” (Viento Sur.info, 22-12-2015), escrito a propósito del Informe anual de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, “en el barrio de Calton, uno de los más pobres de la ciudad escocesa de Glasgow, la población tiene una esperanza de vida de 54 años, 8 años menos que en la India. Por el contrario, apenas una docena de kilómetros al norte de Calton, en la rica zona de Lenzie, la esperanza de vida es de 82 años, una de las más altas de Europa”. Esas diferencias se repiten, como describe Altarriba, en Barcelona, según puede verse en el Informe, pues por vez primera el Ayuntamiento ha incorporado un instrumento de análisis que muestra las desigualdades entre los barrios.
Y es que, como declaraba hace unas semanas el doctor Francisco Angora en el diario Lanza (8-1-2016), “la salud depende mucho más de comer bien, de tener una vivienda digna, de tener trabajo y bienestar social que de un medicamento”. Por lo tanto, siguiendo el razonamiento, parece claro que es preciso “garantizar que la gente tenga acceso a vivienda, a la alimentación y la higiene como pasos previos para tener salud”.
Todo lo contrario a lo que ha ocurrido en los últimos tiempos y que recientes estudios ponen de manifiesto, en ámbitos diversos y, desde luego, en el de la sanidad. Según se indica en el VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España (2014), publicado por Fundación Foessa y Cáritas, la repercusión negativa del copago en los medicamentos parece manifestarse en el aumento de los índices de privación farmacéutica. Asimismo, los efectos de los recortes en atención sanitaria y en pagos de ayudas a la dependencia o el aumento de las listas de espera en los servicios de atención especializada parecen tener, en buena lógica, más repercusión en los hogares en situación de conflicto social.
Un dato muy preocupante del impacto de la crisis y los recortes es el importante aumento de población “que no puede comprar medicamentos debido a sus bajos ingresos y el incremento del copago”. Se puede pensar perfectamente que el abandono de la medicación puede tener en el medio y largo plazo efectos muy negativos para la salud de quienes necesitan esos medicamentos. La población española afectada por este tipo de privación pasó del 5,4 por ciento en 2007 al 7 en 2009 y se disparó hasta el 15,8 en 2013. No he podido encontrar datos para los años siguientes, pero no es descabellado pensar en un aumento ante la intensidad de los recortes en el ámbito sanitario.
En cualquier caso, estamos hablando de factores determinantes de salud, que ya estableció en 1974, en un revolucionario informe, el canadiense Marc Lalonde, aunque antes ya se había fijado la relación entre pobreza y enfermedad. Agrupó los factores en Medio Ambiente, Estilo de Vida, Biología Humana y Sistema de Asistencia Sanitaria. En síntesis, afirmó que la salud o la enfermedad no están relacionadas sólo con factores biológicos o agentes infecciosos, la mayoría de las enfermedades tienen una base u origen marcadamente socio-económico.
¿Que hacer hoy ante esta situación? En el plano general, en primer lugar y de forma prioritaria, derogar el artículo 135 de la Constitución, aprobado precipitadamente por PP y PSOE. Se trata de poder subordinar cualquier otro componente del gasto público a la garantía de satisfacción de los mínimos vitales de las personas y no como sucede ahora, que es prioritario el pago de la deuda pública.
En el campo de la sanidad, en coincidencia con las medidas apuntadas en el informe de la Fundación Foessa Empleo precario y protección social (2015), resulta imprescindible derogar el R. D. 16/2012, que contempla, por razones económicas, dejar sin el derecho a asistencia sanitaria, entre otras, a las personas extranjeras sin papeles. Asimismo, hay que desbloquear el desarrollo de la Ley de Dependencia y eliminar los copagos farmacéuticos, al menos en las rentas por debajo del umbral de la pobreza.
Mientras tanto, muchas personas para sobrevivir tienen que ir trampeando, en el sentido de la tercera acepción de la RAE, o sea, “discurrir medios lícitos para hacer más llevadera la penuria o alguna adversidad”. Esa verdadera emergencia social se oculta en España todo lo posible por muy diversos medios y muchas personas, en el umbral de la pobreza o en la pobreza extrema, se quedan sin voz. A la vez, los ventajistas, que acaparan casi todas las voces, incrementan su riqueza.
Isidro Sánchez
Apuntes de historia
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