miciudadreal - 27 enero, 2017 – 08:25
Un ejemplo reciente lo tenemos en la decisión del gobierno del PP de rescatar las autopistas de la época aznariana con un coste, según dicen, de 5.700 millones de euros. El Estado asume ocho autopistas de peaje en quiebra, ante lo que Alberto Garzón, coordinador federal de IU, indica en su cuenta de twitter que “el capitalismo realmente existente es de socializar pérdidas y privatizar beneficios. Una estafa”.
Más próximo. Los partidos PP, PSOE y Ciudadanos llegan a un acuerdo extrajudicial que seguramente dificultará la aplicación de la sentencia europea sobre las clausulas suelo y FACUA denuncia que el real decreto-ley aprobado el viernes 20 de enero es puro humo, no obliga a nada a la banca.
Por otra parte, FACUA calcula que la factura de la luz de las tres primeras semanas del año es un 28 por ciento más cara que en enero de 2016, por lo que asistimos a una escandalosa subida, con un aumento de la pobreza energética y las muertes consecuentes, que la prensa recoge con cierta hipocresía. A la vez, las tres grandes empresas eléctricas sólo acumulan, pobres ellas, unas ganancias de 30.600 millones netos en los últimos cinco años
Uno más. El Ayuntamiento de Madrid, según eldiario.es (22.1.2017), ha pagado 58 millones en luz y agua de la M-30 que correspondía abonar a las adjudicatarias (Dragados, API, ambas filiales de ACS, y Ferrovial).
Cuestiones como estas nos ponen en contacto con la situación económica y social española, caracterizada por la existencia de un capitalismo de amiguetes. Los oligopolios hispanos, sin competencia, engordan sus beneficios gracias al apoyo de sectores políticos empeñados en apoyar a los poderosos y olvidarse de la mayoría de la población. Algunas críticas reciben, incluso algún revolcón electoral, pero esperan el retiro dorado en forma de puerta giratoria u otra fórmula. Los GMPP (Grandes medios de persuasión y propaganda), cercanos a esos oligopolios, se encargan de justificar todo con sus mentiras, medias verdades o tergiversaciones.
La pereza de nuestras grandes empresas, generalmente del Ibex-35, es muy grande. Ya hicieron su agosto durante los cuarenta años de dictadura y han seguido igual, más o menos, en los cuarenta de democracia. No tienen necesidad de cambiar, les va de maravilla. Lo suyo es un capitalismo clientelar, de amigos, de estrecha relación con sectores políticos que controlan el cotarro y con los GMPP a su servicio.
En nuestro capitalismo de amiguetes cañí, según apropiada expresión de Antón Losada (eldiario.es, 15.12.2013), “los negocios se hacen al bulto, los miles de millones se cuentan de oído y las decisiones se toman con la desidia de quien sabe que serán otros quienes paguen sus consecuencias”. Eso sí, para conseguir el éxito en ese capitalismo de amiguetes “conviene demostrar mal gusto, ser bastante choni y gestionar la empresa o la Administración de turno pensando única y exclusivamente en el tamaño del bonus que se puede percibir a fin de año. Cuantos más accionistas, contribuyentes, trabajadores o clientes caigan reventados por el camino, mejor y más grande será la recompensa”.
El caciquismo de la Restauración estaba en boca de todos, la prensa se ocupaba de él con frecuencia, autores diversos lo condenaban. Pero los grandes partidos del turno no hacían nada para ponerle cortapisas. Ocurre algo similar con el capitalismo de amiguetes. Los periodistas escriben sobre él, los partidos del turno se lanzan acusaciones con el tú más, muchos dicen aborrecerlo. Pero sigue controlando todo, con dictadura o con democracia, gracias a su connivencia con la clase política y su control de los GMPP.
Ese capitalismo de amiguetes forma oligopolios, dentro de un entramado empresarial interconectado, con acciones compartidas, que ha engordado de manera sustancial gracias a las privatizaciones en condiciones óptimas realizadas por el PSOE y, sobre todo, por el PP. Pero van a tener que dar su brazo a torcer pues no se pueden poner puertas al campo y su negocio protegido y sin competencia dará paso a otro abierto y sin corrupción. Enrique Dans explica, por ejemplo, que eso pasará con la energía eléctrica en su artículo “Electricidad y abundancia” (ED, 23.1.2017), cuya generación será inexorablemente colaborativa y limpia. Las cubiertas solares Tesla apuntan en esa dirección.
Hoy por hoy controlan el mercado, donde la libre competencia está en cuestión, y sus prioridades pasan por “dominar los sectores económicos donde sus empresas tienen actividad, obtener más financiación y mayores beneficios mediante operaciones bursátiles, y generar un frente común para que los sucesivos gobiernos apliquen las políticas económicas que maximicen los beneficios empresariales” (Diccionario crítico de empresas transnacionales. Claves para enfrentar el poder de las grandes corporaciones, 2012).
En fin, las tres espléndidas viñetas de El Roto que acompañan a este artículo sirven para hacer un acercamiento fotográfico a nuestro capitalismo de amiguetes, propio de un sistema económico salpicado por muchos años de compadreo, corrupción, clientelismo y amenes de los gobiernos a las élites. Y una frase de Malcom X para estar en guardia ante los GMPP: “Si no estáis prevenidos ante los Medios de Comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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