miciudadreal - 3 enero, 2020 – 08:34
Isidro Sánchez Sánchez.- En octubre de 2018 comienza su andadura la escuela de hostelería y restaurante El Sembrador, puesta en marcha por Cáritas en la calle Sancho Panza de Albacete como experiencia novedosa en Castilla-La Mancha.
En el registro correspondiente figuran a fecha de hoy sólo seis empresas: Savia Nueva Servicios Generales S.L.U. (ACCEM, Guadalajara), Reciclamoda S.L. (Cáritas de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara), Cortijo Covaroca S.L. (Fundación El Sembrador), Recuperaciones El Sembrador S.L. (Fundación El Sembrador), Viveros El Sembrador S.L. (Fundación El Sembrador y Tecnología de La Mancha S.L.) e Integra Todos S.L. (Asociación entre todos: por la integración sociolaboral en la Sierra del Segura). En el registro, consultado el día último de 2019, todavía no figura la escuela y restaurante de Cáritas Albacete y, como puede observarse, salvo la ubicada en Elche de la Sierra, las demás tienen una relación directa con la Iglesia Católica.
Esta última, El Sembrador, trata de formar a personas en riesgo de exclusión social para obtener un certificado de profesionalidad en hostelería. En las aulas, bien dotadas, reconocidos profesionales imparten clases teóricas y en el restaurante aprenden a cocinar, servir mesas o atender una barra. Como entidades financiadoras figuran, en lugar preminente del restaurante, empresa Arcos, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y Unión Europea.
También en lugar preferente, al lado de las financiadoras financieras, expertas en AE (Ayudas del Estado), PEF (Paraísos y elusiones fiscales), PG (Puertas giratorias) y JA (Jubilaciones anticipadas para sus trabajadores, pero defensores de los 67 años o más para otros sectores), figura enmarcada la siguiente frase: “Caritas apuesta por una economía que no genere desigualdad, exclusión y pobreza, poniendo en el centro a las personas y sus derechos”. Desde luego, esa no es la apuesta de los bancos, por lo que cabe pensar en la fábula del lobo al cuidado de las ovejas.
En la Memoria de 2010 se relacionan los colectivos con los que trabajan: Internos de centros penitenciarios cuya situación permita acceder a un empleo, liberados condicionales y exreclusos, víctimas de violencia doméstica y en estado de exclusión social, minorías étnicas en situación de exclusión social, parados de larga duración mayores de 45 años, hombres o mujeres sin hogar, personas con baja empleabilidad y formación que viven en el medio rural, personas sujetas a algún tipo de adicción o drogodependencia o mujeres con dificultades de inserción laboral por falta de formación y/o experiencia laboral previa.
Para tener una idea de los fondos que manejan se puede hacer referencia a la situación de 2017, últimos datos que se conocen a través de Internet. La suma total de recursos económicos invertidos ese año en los distintos proyectos de la Fundación es de 652.383,99 euros, 270.881,41 (41,52 por ciento) procedentes de ayudas y subvenciones públicas recibidas y 381.502,58 (58,48) de recursos privados y propios (Memoria 2017).
Quizá la Iglesia católica ve las orejas al lobo y es consciente de que la opacidad en sus cuentas no es posible por mucho tiempo. Además, el maná del Estado se pone un poquito más difícil, sobre todo por las indicaciones de Europa. No me atrevo a dar una cifra de la cantidad de millones de euros que entre todos pasamos a la institución eclesiástica, pero si puedo recordar las vías: asignación tributaria vía IRPF, aportaciones directas para fines muy diversos o exenciones y beneficios fiscales y administrativos. Sin cuantificar, por falta de transparencia, bienes inmatriculados, donaciones de suelo público o beneficios fiscales al mecenazgo (exenciones por entradas a instalaciones eclesiásticas, herencias o donativos). Además, sus pastores cada vez pastorean menos ovejas. Por eso, tal vez, la Iglesia explora otras vías de financiación para el desarrollo de sus actividades.
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