viernes, 3 de enero de 2020

El Sembrador

- 3 enero, 2020 – 08:34

Isidro Sánchez Sánchez.- En octubre de 2018 comienza su andadura la escuela de hostelería y restaurante El Sembrador, puesta en marcha por Cáritas en la calle Sancho Panza de Albacete como experiencia novedosa en Castilla-La Mancha.
La primera iniciativa de este tipo fue de la Asociación Comisión Católica Española de Migración (ACCEM), que tiene domicilio en Guadalajara. Aunque en realidad dicha organización está presente en doce comunidades autónomas. Pero la sede en la ciudad alcarreña u otro lugar de la Comunidad Autónoma es obligada para conseguir ayudas de la Junta de Comunidades. Se trata de las denominadas empresas de inserción.
En el registro correspondiente figuran a fecha de hoy sólo seis empresas: Savia Nueva Servicios Generales S.L.U. (ACCEM, Guadalajara), Reciclamoda S.L. (Cáritas de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara), Cortijo Covaroca S.L. (Fundación El Sembrador), Recuperaciones El Sembrador S.L. (Fundación El Sembrador), Viveros El Sembrador S.L. (Fundación El Sembrador y Tecnología de La Mancha S.L.) e Integra Todos S.L. (Asociación entre todos: por la integración sociolaboral en la Sierra del Segura). En el registro, consultado el día último de 2019, todavía no figura la escuela y restaurante de Cáritas Albacete y, como puede observarse, salvo la ubicada en Elche de la Sierra, las demás tienen una relación directa con la Iglesia Católica.
Viveros El Sembrador (Memoria 2017)
Esta última, El Sembrador, trata de formar a personas en riesgo de exclusión social para obtener un certificado de profesionalidad en hostelería. En las aulas, bien dotadas, reconocidos profesionales imparten clases teóricas y en el restaurante aprenden a cocinar, servir mesas o atender una barra. Como entidades financiadoras figuran, en lugar preminente del restaurante, empresa Arcos, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y Unión Europea.
Foto ISS (13.11.2019)
Además, aparecen Bankia, Banco Santander y Obra Social La Caixa, firmas financieras con mera labor propagandística en apoyo de actividades contra la exclusión social, pero que realmente tienen un marcado protagonismo en desigualdad, exclusión y dificultades para el uso bancario en territorios y colectivos socialmente vulnerables. En ese sentido se puede ver, por ejemplo el artículo de Beatriz Fernández Olit, de Economistas sin Fronteras, “Servicios bancarios: ¿una barrera para la integración social?” (Revista Contexto, https://ctxt.es, 8.8.2018). Esta frase pertenece al citado artículo: “El impacto que la crisis ha ejercido sobre los colectivos socialmente vulnerables ha sido intenso: un 3% ha perdido su casa por impago de la hipoteca, un 9,5% se ha visto afectado por la morosidad, el 9% ha tenido que cerrar su cuenta bancaria”.
También en lugar preferente, al lado de las financiadoras financieras, expertas en AE (Ayudas del Estado), PEF (Paraísos y elusiones fiscales), PG (Puertas giratorias) y JA (Jubilaciones anticipadas para sus trabajadores, pero defensores de los 67 años o más para otros sectores), figura enmarcada la siguiente frase: “Caritas apuesta por una economía que no genere desigualdad, exclusión y pobreza, poniendo en el centro a las personas y sus derechos”. Desde luego, esa no es la apuesta de los bancos, por lo que cabe pensar en la fábula del lobo al cuidado de las ovejas.
Portada de la Memoria 2016 (Fundación El Sembrador)
Otra frase contigua reza así: “La Fundación el Sembrador impulsa la economía social y solidaria a través de la inserción sociolaboral de personas en riesgo de exclusión social”. Y es que tras el restaurante escuela está la Fundación El Sembrador, en cuya página de Internet sólo se pueden consultar las memorias de 2010 a 2017, La Fundación se define como entidad sin ánimo de lucro, constituida en el año 2007 por Cáritas Diocesana de Albacete, Cámara de Comercio e Industria de Albacete (después sustituida por la Confederación de Empresarios de Albacete) y Universidad de Castilla-La Mancha, con el objetivo fundamental de promover la inserción sociolaboral de colectivos en situación o riesgo de exclusión social a través del empleo.
En la Memoria de 2010 se relacionan los colectivos con los que trabajan: Internos de centros penitenciarios cuya situación permita acceder a un empleo, liberados condicionales y exreclusos, víctimas de violencia doméstica y en estado de exclusión social, minorías étnicas en situación de exclusión social, parados de larga duración mayores de 45 años, hombres o mujeres sin hogar, personas con baja empleabilidad y formación que viven en el medio rural, personas sujetas a algún tipo de adicción o drogodependencia o mujeres con dificultades de inserción laboral por falta de formación y/o experiencia laboral previa.
Para tener una idea de los fondos que manejan se puede hacer referencia a la situación de 2017, últimos datos que se conocen a través de Internet. La suma total de recursos económicos invertidos ese año en los distintos proyectos de la Fundación es de 652.383,99 euros, 270.881,41 (41,52 por ciento) procedentes de ayudas y subvenciones públicas recibidas y 381.502,58 (58,48) de recursos privados y propios (Memoria 2017).
Foto ISS (13.11.2019)
Quizá la Iglesia católica ve las orejas al lobo y es consciente de que la opacidad en sus cuentas no es posible por mucho tiempo. Además, el maná del Estado se pone un poquito más difícil, sobre todo por las indicaciones de Europa. No me atrevo a dar una cifra de la cantidad de millones de euros que entre todos pasamos a la institución eclesiástica, pero si puedo recordar las vías: asignación tributaria vía IRPF, aportaciones directas para fines muy diversos o exenciones y beneficios fiscales y administrativos. Sin cuantificar, por falta de transparencia, bienes inmatriculados, donaciones de suelo público o beneficios fiscales al mecenazgo (exenciones por entradas a instalaciones eclesiásticas, herencias o donativos). Además, sus pastores cada vez pastorean menos ovejas. Por eso, tal vez, la Iglesia explora otras vías de financiación para el desarrollo de sus actividades.


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