miciudadreal - 2 noviembre, 2018 – 08:00
Mis lectores saben que he hecho referencia en varias ocasiones a los que denomino Grandes Medios de Persuasión y Propaganda (GMPP). Sus gerifaltes declaran estar muy preocupados y se rasgan las vestiduras constantemente por las fake news (noticias falsas, en español). Las relacionan con Internet y dicen que es cosa de usuarios de las redes sociales. Sin embargo, en dichos medios saben muy bien de su existencia. Ocultaciones, amarillismos, manipulaciones. desinformaciones o silencios mediáticos son práctica generalizada en ellos, pues se deben a sus dueños, los poderes financieros y políticos.
Es más, desde que la prensa existe se han insertado noticias falsas. Ha sido y es la tradicional paparrucha, que las dos primeras acepciones del Diccionario de la RAE muestran como “Noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo” y “Tontería, estupidez, cosa insustancial y desatinada”. De incoherencias y paparruchas han estado y están llenos los medios de comunicación españoles, así como la vida política está invadida por pamplinadas y paparruchadas como globos. Así que en los escenarios mediático y político vivimos un momento caracterizado por un intento de solemnizar la paparrucha y a cada una manifestada le sigue otra paparrucha mayor.
Los loros esnob del periodismo español han adoptado rápidamente la expresión fake news, sin conocer siquiera la existencia del término castellano. Lo que ha cambiado en la actualidad es que los mandamases de los GMPP, mediante el control de sus profesionales, no tienen ahora el monopolio de desinformación, noticias falsas, silencios mediáticos e información que fluye. Además, ahora están muy asustados con el fenómeno de la viralidad, es decir, un modo de transmisión indirecta de la información por Internet, que tiene como principal característica el crecimiento exponencial en un corto espacio de tiempo.
Podemos decir, por tanto, que las fake news son un producto de periodismo adulterado difundido no sólo a través de las redes sociales, como quieren hacernos creer, también mediante prensa escrita, radio, televisión o portales de noticias. Evidentemente, se trata de desinformación deliberada, manipulación o, directamente, engaño interesado, con el objetivo de ganar dinero, ocultar corrupciones, disfrazar abusos de los poderosos, enmascarar negocios sucios o influir en el pensamiento de las personas.
Veamos una forma de combatir esa deriva de los GMPP. Está abierta en Verkami la nueva campaña de micromecenazgo del Grupo de Periodistas Ramon Barnils para la publicación del Anuari Mèdia.cat (Anuario Mèdia.cat de los silencios mediáticos) en su octava edición. Una de las recompensas, aparte de la propia publicación, es una bolsa de algodón y tintas ecológicas, con la leyenda “Si nosaltres ho volem, el rei anirà nu” (“Si nosotros queremos, el rey irá desnudo”).
Yo no diré más de la presuntamente corrupta e impune monarquía borbónica pues no está el horno para bollos. No quiero acabar en Bélgica como algún rapero, pero invito a ver el reciente documental emitido el pasado domingo (28.10.2018) por la Televisión Vasca, Monarquía, un negocio rentable, de Eider Hurtado. Silenciado por los GMPP, por supuesto, aunque todavía no han aprendido que ahora no pueden controlar todo. Controlan mucho, pero no pueden con todo.
El Grupo Ramón Barnils se creó en 2009, con la referencia de observatorios similares de otros países. Quizá el más antiguo sea Project Censored (Proyecto Censurado), que nació en 1976, en la Universidad Sonoma State de California, cuando el profesor de Sociología Carl Jensen (1929-2015), a raíz del escándalo del Watergate, decidió investigar con sus alumnos y algunos colegas, los temas ocultados por la prensa de lo que ocurría en EEUU. La publicación anual sale bajo el lema “The News that Didn’t Make the News and Why” (Las noticias que no salieron en las noticias y por qué).
El Mèdia.cat, observatorio crítico de los medios, se dirige a periodistas, estudiosos del sector de la comunicación y a la ciudadanía en general, interesada en disponer de voces críticas y analíticas respecto a los medios de masas. Desde luego, condenan la censura y elaboran el Anuario citado para dar a la luz pública reportajes periodísticos sobre temas silenciados, censurados o maltratados en los medios durante el último año.
El Grupo de Periodistas desarrolla sus actividades en tres grandes áreas. Primera, análisis de los medios de comunicación, en concreto cuestiones como el tratamiento informativo de conflictos políticos y sociales o el uso de lenguaje discriminatorio. También se fija la atención en la situación de la Comunicación, precariedad laboral, acoso, retos éticos y desarrollo tecnológico.
En segundo lugar, investigación y presentación pública de temas silenciados, censurados o maltratados, para situarlos en la agenda mediática e intentar que lleguen al conocimiento de la sociedad. Desde 2010 se editan en el citado Anuario de los Silencios Mediáticos reportajes en profundidad sobre temas que durante el año anterior no han abierto informativos ni han sido sido portada de ningún periódico.
Por último, la documentación y denuncia de posibles vulneraciones y restricciones de las libertades de información y de expresión. Desde 2015, el Mapa de la Censura sirve para visibilizar agresiones a periodistas o medios, denunciar casos de censura y evidenciar restricciones a expresiones artísticas o académicas en los territorios de habla catalana.
Evidentemente, hay que decir que hace falta un proyecto similar para el conjunto de España, para evitar que los GMPP campeen a sus anchas, aunque iniciativas como Civio (Datos que cuentan contra la opacidad) y Maldita.es (Periodismo para que no te la cuelen) sirven para desenmascarar fake news o paparruchas.
Jordi Calvis ha diseñado la bolsa comentada más arriba y nos deja esta frase: Cuando el periodismo es honesto y comprometido con la sociedad, los trajes de los emperadores pierden prendas en cada colada. Los sastres de Hans Christian Andersen de hoy son los profesionales del periodismo fieles a la información veraz y contrastada. En un contexto en el que ya no basta con la fuerza, el engaño y la manipulación son el último recurso contra los poderosos.
En época de fake news o paparruchas, los periodistas atentos a la información veraz y contrastada son más necesarios que nunca. Pues, por otra parte, estamos en época de “posverdad”, otra palabra de moda. La RAE define así este neologismo: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Íntimamente relacionada con la demagogia, los hechos objetivos tienen en la posverdad menos influencia que el recurso continuo a las emociones y a las creencias personales.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
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