El partido ultraderechista en ascenso, blanqueado por algunos de los
Grandes Medios de Persuasión y Propaganda (GMPP), hace gala de un
discurso abiertamente identitario, homófobo, machista,
ultranacionalista, racista y xenófobo. Además, es una formación que
ataca derechos fundamentales, defiende y legitima el franquismo y
frecuentemente utiliza la mentira como arma política importante.
A ese blanqueamiento han ayudado periodistas que dirigen diversos
programas de televisión, como Mamen Mendizábal, Jordi González, Bertín
Osborne, Susanna Griso, Ana Rosa Quintana, Diego Revuelta o Pablo Motos.
Así lo muestra en un interesante análisis el periodista Eric Lluent,
titulado “Set moments televisius que han ajudat a blanquejar l’extrema
dreta” (Mèdia.cat, 12.11.2019). Lo que desconocemos es quién
lleva la iniciativa en esos programas de legitimación, los profesionales
o instancias superiores.
El tema de la mentira es recurrente en el fascismo de ayer y en la
ultraderecha 2.0 de hoy. En el caso español, a principios de noviembre,
más de 2.500 investigadores e investigadoras del ámbito de las ciencias
sociales suscriben un manifiesto en el que denuncian “el falseamiento y
la manipulación” de datos e informaciones de Vox. Lo hacen con otras
cuestiones, pero principalmente con temas sensibles como funcionamiento
autonómico, igualdad o inmigración. Se trata, afirman, de una
“estrategia” fundamentada “en una agenda ideológica de nacionalismo
extremo basado en la intolerancia, el racismo y la xenofobia” (eldiario.es, 7.11.2019).
Pero, ya se sabe, de casta le viene al galgo. La dictadura es, aparte
de sus horrores, una gran mentira, sólo creíble gracias a la tremenda
propaganda franquista. Lo dice muy claramente el hispanista británico
Paul Preston en su reciente libro: “La victoria del general Franco
supuso el establecimiento de un régimen de terror y pillaje que les
permitió, a él y a una élite de secuaces, saquear con impunidad,
enriqueciéndose, al mismo tiempo que daba rienda suelta a la ineptitud
política que prolongó el atraso económico de España hasta bien entrados
los años cincuenta” (Un pueblo traicionado, España de 1874 a nuestros días: corrupción, incompetencia política y división social, 2019).
Los servicios de propaganda del régimen eran maestros en utilizar la
mentira y “Franco mintió sobre casi todo”, como asegura el citado Paul
Preston en varias ocasiones. Por ejemplo, con el asesinato de Federico
García Lorca, acaecido el 18 de agosto de 1936, tras su detención. Es
conocido que el gobernador civil de Granada José Valdés Guzmán consultó
con Gonzalo Queipo de Llano y Sierra lo que se debía hacer, a lo que el
marqués enterrado en la sevillana Basílica de la Macarena respondió:
“Dale café, mucho café”. Según el historiador Ian Gibson, se llega a
acusar al poeta de “ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos
por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser
homosexual”.
Se ha dicho que hasta mediados del mes siguiente no empiezan a
difundirse los rumores sobre su muerte, de forma confusa. He realizado
un seguimiento en la prensa y no es así. Veamos. Ya el día 29 de agosto
–sólo once días después del fusilamiento– tanto el diario republicano El Día, de Alicante, como Nuestra Lucha,
portavoz murciano de la unidad obrera, publican la noticia de la muerte
de Lorca, aunque la sitúan en Córdoba y por orden del coronel Ciriaco
Cascajo Ruiz. El día siguiente, Nuestra Lucha (30.8.1936)
vuelve a ocuparse del tema: “Federico García, el bueno, Federico Garcia
Lorca, según las nuevas infaustas que nos angustian, ha muerto, fusilado
por los traidores”. Se habla de Lorca como “el bueno”, en
contraposición con Federico García Sanchiz, “el malo”.
Dos días después, el diario madrileño La Libertad (1.9.1936)
da la noticia con este titular: “Se asegura que los rebeldes han
fusilado al poeta García Lorca”. El breve texto es el siguiente:
“Guadix, 31.- Rumores procedentes del frente cordobés, que no han sido
hasta ahora desmentidos, dicen que por orden del faccioso Cascajo ha
sido fusilado el gran poeta Federico García Lorca”. También ABC, en Madrid, y La Vanguardia, en Barcelona, se hacen eco de la información. Como en Barcelona, el anticlerical y republicano L’Esquella de la Torratxa (3.9.1936).
El 5 de septiembre la muerte de Lorca se extiende por la prensa editada en la zona leal. Nuestra Lucha
vuelve a ocuparse del tema con este titular: “Se tienen más noticias
acerca de las últimas hazañas de los leales y de las canalladas
cometidas por los facciosos, entre las cuales ocupa lugar preferente el
fusilamiento del gran poeta español Federico García Lorca”. En la
información se cita a un miliciano evadido de Granada, que no quiere
revelar su nombre para evitar represalias contra “su compañera y sus
padres”. Afirma, “de una manera rotunda e indubitable”, que Lorca no ha
sido fusilado en Córdoba, sino en Granada, “hará próximamente unos
quince días”. Es decir, ya se centra el lugar del asesinato en Granada y
se abandona la versión de Córdoba. Otros periódicos, como el diario de
la mañana El Cantábrico, de Santander, y El Liberal, de Murcia, se ocupan asimismo de la muerte del escritor.
Unos días más tarde, en el diario madrileño La Voz (8.9.1936), se confirma “la ejecución del gran poeta García Lorca”. El mismo día, Nuestra Lucha inserta un poema de Roger de Flor (Jesús Menchén Manzanares), publicado antes en el El Pueblo Manchego,
diario de Ciudad Real. Y durante los días 9 a 17 de septiembre la
muerte del escritor granadino se extiende por las páginas de los
periódicos republicanos, con la expresión del dolor y la repulsa por el
crimen.
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